La isla sufre escasez de alimentos, combustibles medicinas básicas y transporte público

La Habana.- La escasez de pan y arroz, de gas licuado y gasolina, de medicinas básicas y transporte público, incluso los apagones diarios. Muchos síntomas de la policrisis cubana tienen su origen en un problema común: la falta de divisas de un Estado que monopoliza vastos sectores de la economía.

La Empresa de Gas Licuado informaba este lunes que no tenía balitas (bombonas) hasta “la próxima importación”, apenas un día después de que un carguero con 24,000 toneladas de trigo atracase en La Habana, donde se había paralizado la fabricación de pan por falta de harina.

Desde hace semanas las colas en los servicentros (gasolineras) son perpetuas y muchos motores de generación eléctrica permanecen parados por déficit de combustible importado, mientras amplias áreas del país sufren apagones de 20 o más horas diarias.

“Hay una escasez crítica de divisas en el país”, asegura a EFE la economista cubana y doctora en Políticas Públicas Tamarys Bahamonde.

¿Por qué no tiene divisas el Estado cubano?

Expertos independientes consultados por EFE coinciden en comenzar por el hundimiento de la producción agrícola e industrial nacional, lo que ha disparado las importaciones, que suponen un 80 % de lo que consume el país, según Naciones Unidas.

A su vez, las principales fuentes de ingreso de divisas -el turismo, las remesas, las misiones profesionales (principalmente médicos), el azúcar, el sector biofarmacéutico y el níquel- han caído significativamente.

Esto ha generado un fuerte desequilibrio en las cuentas del Estado, que ejerce el monopolio del comercio exterior y otros sectores claves.

“Si no hay producción que puedes dejar de importar, no vamos a salir de este círculo vicioso”, asegura el economista cubano Omar Everleny, profesor en la Universidad de La Habana.

La situación financiera es tal que a mediados del año pasado el Gobierno empezó a decidir la ejecución presupuestaria de forma periódica, dependiendo de los ingresos reales de cada mes.

¿Cómo se ha llegado a esta situación?

El Gobierno cubano subraya el peso de las sanciones estadounidenses y los efectos financieros de su inclusión en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Los expertos, por su parte, destacan las causas internas (sin negar los perjuicios del bloqueo o embargo).

El economista cubano Ricardo Torres, profesor en la Universidad Americana de Washington (EE.UU.), habla de desequilibrios estructurales de décadas y denuncia una mala asignación: “Más que un problema de recursos, es un problema de uso del dinero”.

Explica que el Gobierno ha financiado en los últimos diez años una “construcción masiva de hoteles” -un sector en manos de Gaesa, el consorcio empresarial del ejército- pese a unas tasas de ocupación muy bajas.

“Viendo los números públicos, llego a la conclusión de que es un país en crisis, sin lugar a dudas. Pero con eso no puedo justificar que no haya ni para trigo”, afirma.

¿Puede mejorar?

El consenso entre los expertos consultados es que 2025 será igual o peor que 2024, en el que la economía se contrajo. Tras cinco años de grave crisis, el producto interno cubano (PIB) se encuentra por debajo de los niveles de 2019.

No creen que las medidas anunciadas por el Gobierno a finales de 2024, incluida una profundización de la dolarización de la economía nacional desde el Estado, vayan a revertir la situación.

No sin controversia, el Gobierno ha empezado a cobrar en divisa trámites de aduana y la gasolina de mayor octanaje, entre otros, además de reconvertir parte de sus tiendas de comercio minorista en establecimientos que venden en dólares.

Bahamonde ve en estas decisiones un calco a las que se tomaron en la crisis de los años 90, y que luego se revirtieron.

“Es una forma de recaudar divisas. ¿Es una medida a largo plazo? No ¿Va a garantizar el desarrollo económico? No ¿Y el crecimiento? Tampoco. Es puramente recaudatorio, rentista”, señala la economista, que habla de “economía de subsistencia”.

¿Hay solución?

Everleny cree que serían precisas muchas reformas coordinadas y de profundidad, algo que no percibe tras los dos severos paquetes de ajuste aprobados en los últimos 15 meses.

Bahamonde aboga por flexibilizar el comercio exterior, establecer un mercado de divisas real, extender la participación al sector privado en el comercio interno, renunciar al modelo de administración centralizada, y eliminar el control de Gaesa sobre la economía cubana, en general, y el turismo, en particular.

“Todas las soluciones son de mediano y largo plazo, pero la gente de la calle necesita soluciones de hoy. Si no se toman medidas drásticas, rápidas, se está alejando el horizonte temporal de la resolución”, advierte.

En opinión de Everleny, “el Estado necesita ayuda de largo plazo, tipo Fondo Monetario Internacional”, porque el país ha llegado ya al punto de “quiebre”.

No obstante, él mismo no ve viable esa opción porque Cuba no pertenece a estos organismos internacionales y porque cree que EE.UU. no aprobaría líneas de financiación para La Habana.

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