Beijing, China – En un movimiento decisivo, el gobierno de China ha impuesto nuevos aranceles sobre las importaciones estadounidenses como represalia a los aranceles del 10% anunciados por el presidente Donald Trump.

Las tarifas entrarán en vigor el 10 de febrero y afectan a productos clave como el gas natural licuado (GNL), carbón, petróleo, equipos agrícolas y ciertos automóviles. Además, China ha comenzado a implementar controles sobre minerales y metales raros, fundamentales para las industrias tecnológicas de EE.UU.

Esta escalada en la guerra comercial se produce en medio de crecientes tensiones entre las dos economías más grandes del mundo. Las autoridades chinas anunciaron también investigaciones antimonopolio contra gigantes tecnológicos como Google, en lo que muchos interpretan como un intento de Beijing por hacer frente a las prácticas comerciales que considera desleales.

Tensiones en aumento

Los aranceles de represalia de China no solo afectan productos específicos, sino que también incluyen restricciones al acceso de las empresas estadounidenses a materiales clave como el tungsteno, el indio y el telurio, que son esenciales para la producción de tecnología avanzada y energías limpias.

Estos controles son una respuesta directa a las políticas comerciales de la administración Trump y subrayan el papel estratégico de China en el suministro de estos recursos.

La situación recuerda a la guerra comercial que tuvo lugar durante el primer mandato de Trump, cuando ambos países impusieron tarifas y sanciones a sus respectivas economías.

Sin embargo, este nuevo ciclo parece tener una dimensión aún más amplia, ya que China está utilizando su poder como productor global de metales raros y energía para presionar a EE.UU. en las negociaciones.

¿Qué significan estas medidas?

La respuesta de China también incluye medidas simbólicas, como la imposición de aranceles al GNL y otros productos, que podrían poner en peligro la relación entre ambos países.

Según expertos económicos, estas medidas están diseñadas no solo para afectar a la economía estadounidense, sino también para enviar un mensaje claro: Beijing no cederá fácilmente ante las presiones comerciales de Trump

China ha demostrado que es capaz de movilizar su poder económico para influir en las decisiones de las grandes potencias, y las medidas recientes podrían tener un impacto prolongado en los mercados internacionales de metales, energía y tecnología

Aunque China ha mostrado señales de querer negociar y evitar una escalada aún mayor, como lo demuestra el hecho de que los nuevos aranceles no entrarán en vigor de inmediato, las posibilidades de una solución diplomática dependen en gran medida de cómo responda Estados Unidos.

Algunos analistas prevén que Trump podría responder con nuevas sanciones comerciales si considera que las represalias chinas son una amenaza directa a la seguridad económica de EE.UU.

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