El sábado desayunaba con tres amigos, todos teníamos preocupaciones similares sobre la marcha de nuestro país. Comentábamos sobre cómo los casos de corrupción no sólo afectan el desarrollo sino que los mismos crean un clima de incertidumbre que termina por afectar la marcha de la economía.
Las últimas semanas, y coincidíamos en eso, a pesar de que todos trabajamos en diferentes sectores, sobre la paralización que se siente en la economía y que esto sin dudas no conviene al país, ni a los empleos y mucho menos a eliminar la pobreza que es una meta de todos.
Tratamos sobre el pacto eléctrico y lo difícil que ha sido poner de acuerdo a los diferentes sectores, desde el gubernamental, el privado, el sindical y la sociedad civil. Cómo debemos actuar de forma conjunta para resolver los problemas del país, porque el peor de los impuestos es la inestabilidad.
En la homilía de este domingo, el reverendo Padre Manuel Maza decía, al referirse a Jesús, lo describía como un hombre transparente, que lo que decía de noche los discípulos debían decirlo de día. Era un mensaje claro que propaga la verdad que tanto hemos perdido nosotros. Unos por intereses, otros por complicidad, otros por temor.
Decía al referirse al mensaje de los obispos del 2015, que señalaban la debilidad de nuestras instituciones, que este es un país que basta con ser guapo y prepotente para hacer lo que le venga en ganas a cada quien. Cuanta razón tienen nuestros obispos, eso lo vemos en la debilidad de la justicia, unas veces temerosa, otras incapaz y otras olvidando lo importante de emitir sentencias justas que contribuyan a dar ejemplos.
Ese mensaje de los obispos dice que la falta de institucionalidad es culpable del caos del tránsito, de viviendas lastimosas, la justa distribución de la riqueza, la salud, el orden. Se refieren que esta debilidad es peor en la ausencia de calidad del gasto público y la ausencia de políticas articuladas.
Eso lo vemos también en la ausencia de políticas migratorias claras. El fin de semana en la Plaza de España, en un concierto patrocinado por la Alianza Francesa, un grupo de haitianos que disfrutaban la música de un conjunto de su país, llegaron algunos a lanzar consignas de que somos un solo país. Esto es culpa de la ausencia de una política migratoria clara. Recuerdo que en una oportunidad que debí viajar a nuestro país vecino, fue necesario obtener un visado. Ellos, sin embargo, cruzan sin ningún requisito nuestra imaginaria frontera, reduciendo el empleo, aumentando las enfermedades, deforestando nuestros bosques, consumiendo nuestro presupuesto de salud.
Todo esto a la vista de las autoridades que parecen no tener idea de cómo nos afecta no sólo a las presentes generaciones sino en mucho más grado a las futuras.
Sin embargo, no todo está perdido, posiblemente debamos esperar a esas generaciones que vienen creciendo porque parece que la nuestra no entiende su responsabilidad para con la nación.
Asistí a la graduación de sexto grado de uno de nuestros colegios y una niña de apenas doce años parece tener más sentido que muchos políticos, empresarios y sociedad civil. Al dirigirse a los compañeros graduandos, padres, profesores y autoridades del colegio, refería a la importancia de la educación y se pregunta cómo sería el futuro sin educación y afirma que aquellos que no tienen acceso a la educación no pueden esperar un futuro brillante.
Esta parte la copio porque no podemos perdernos una palabra de lo que dice una niña de doce años, algo que muchos de nuestros legisladores son incapaces de balbucear, que aprueban proyectos sin leerlos porque no les interesa el país, tal vez porque apenas saben leer, o simplemente conviene a sus intereses.
Dice lo siguiente: “Estos tiempos, cuando nuestro país no sólo está repleto de corrupción, sino que también el mundo está inundado de inestabilidad política y económica. Los países por todas partes están hundiéndose en guerras tales como las de Siria e Irán. Los niños en países como Venezuela tienen miedo de ir al colegio porque no saben qué les puede pasar. Tienen temor que los funcionarios de su propio gobierno pudieran acabar con sus vidas. ¿De modo que cuál es el sentido? ¿Cuál es el sentido de vivir en una burbuja, de no saber entender? ¿Cuál es el sentido de vivir sin educación?
Con la propiedad que muchos adultos no son capaces de decir, refiere que la educación de la que habla es la de los valores, la de respetar los derechos de los demás y reclama a los funcionarios esa educación de la que habla, la de la verdad, la de la justicia.
Posiblemente, ha llegado el momento de que los niños nos den clases en valores, en respeto. Felicito a esa hermosa niña, que hoy piensa y actúa como no lo hacen muchos adultos y que sin dudas, en un futuro será parte de una generación diferente. A sus padres que deben sentirse muy orgullosos de ella. No menciono ni su nombre ni el del colegio porque no estoy autorizado, pero sus palabras me hicieron creer en un mañana mejor, sin pobreza, con educación, con mejores viviendas. Una sociedad real, no una burbuja. Que Dios la bendiga.
Esta será la generación que elegirá jueces justos, funcionarios que trabajen por el país, comunicadores serios, empresarios responsables. Serán los ingenieros de un mundo mejor.