En cualquier parte del mundo, la construcción de conocimientos y el establecimiento de una educación de calidad cumplen una función política y social de primer orden, conectando diferentes dimensiones del desarrollo individual y colectivo.Evidentemente que consciente eso, el presidente de la República, Danilo Medina, desde hace años ha venido reiterando que “la educación es el otro nombre de la libertad, porque quien no se educa no puede ser un ciudadano libre”. Y por ello, con la implementación del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) en la educación preuniversitaria, se han venido desarrollando iniciativas destinadas a transformar el actual modelo educativo que se convirtió, a través de los años, en excluyente.
La realidad es que las condiciones socioeconómicas fueron sacando a los niños, niñas y adolescentes de los centros educativos en vista de que las madres solteras mandan al hijo más grande a trabajar y que los pequeños, por la mala alimentación, observaban problemas para alcanzar aprendizajes significativos.
La sociedad global demanda una sustancial mejora en la construcción de conocimientos, y en el desarrollo de competencias, capacidades y habilidades para que los educandos puedan comunicarse en los espacios de pluralidad cultural en que les ha tocado vivir y competir con la debida destreza para hacer realidad sus expectativas y aspiraciones, relacionándose eficazmente con personas de culturas diferentes, de modo que tales relaciones sean satisfactorias para todos.
La competencia profesional por el empleo sigue una trayectoria ascendente en exigencias, no solo en el propio territorio, sino también en otros escenarios, donde la competitividad es todavía más exigente. Indudablemente que se percibe la necesidad de mayores niveles de una formación de calidad, la cual requiere conocimientos, competencias, aptitudes y habilidades que respondan a las demandas de la sociedad global en la que estamos viviendo.
La búsqueda de oportunidades de empleo, de trabajo y de recursos hace que los dominicanos y dominicanas tengan que competir con otras personas de diversas regiones, culturas y conocimientos. En consecuencia, el sistema educativo ha de tener en cuenta estas circunstancias para lograr que los estudiantes desarrollen competencias, capacidades y destrezas, a fin de enfrentarse con éxito a sus competidores.
En este contexto, es que afirmamos que la educación de calidad en la sociedad globalizada del conocimiento tiene una función política y social, que trasciende los límites de la economía estableciendo una relación vital con el desarrollo individual, con la tranquilidad y la paz social, favoreciendo el desarrollo sostenible de los pueblos.
El sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman advirtió en una ocasión del peligro de la progresiva obsolescencia que afecta a los conocimientos, las competencias y habilidades que transmiten muchos sistemas educativos. En el caso dominicano, hay que motivar a las y los estudiantes para la formación continua y permanente que les permita disponer de un conocimiento científico-técnico, actualizados, que en todo caso constituye un sólido fundamento para el progreso social.
El mundo global demanda una educación que responda a la sociedad del conocimiento; una formación que desarrolle las competencias pertinentes para responder a los acelerados cambios de una época en la cual la ciencia, la investigación, las tecnologías y la innovación generan grandes desafíos.
Junto al Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), los diversos sectores de la sociedad deben seguir apostando a una educación de calidad porque es ésta la que proporciona la esperanza y la realidad de escapar de los estratos sociales y económicos menos favorecidos y alcanzar el bienestar individual y colectivo.