La economía y la política constituyen dos actividades que, de alguna manera, lideran el accionar del mundo de hoy y, por lo tanto, están sujetas a las interacciones del pensamiento complejo; cuestión que en la sociedad dominicana se ve con mucha simpleza, incluyendo a las élites y el resto de los hacedores de opinión pública.
De acuerdo al filósofo francés Edgar Morin, para nosotros el académico que mejor ha abordado el pensamiento complejo, “la complejidad se trata de la dificultad de enfrentar pensar y de vivir”. Este señalamiento nos conduce directamente a la profundidad de la ciencia filosófica, situación que amerita llegar a la conceptualización dentro de la etapa racional del conocimiento.
El ejercicio del poder y de la política en la sociedad global han colocado la complejidad en la arista de observar la construcción del futuro y la búsqueda de soluciones a los problemas contemporáneos como una cuestión vital que amerita una visión más amplia, que la reduccionista que opera en el pensamiento general del dominicano del siglo XXI.
Lo anterior procura llamar la atención de las élites económicas, políticas, académicas, culturales y de otras esferas, a entender que en la República Dominicana no vivimos solos, sino que lo hacemos en el marco de un mundo que representa una gran red, lo que implica que debemos estar siempre conectados y que la política, junto a la economía, juegan un rol preponderante. Y esto implica un enorme desafío para el futuro inmediato de seguir avanzando en el bienestar del pueblo dominicano.
A nivel global, hay que apostar por políticas de entendimiento y de cooperación que reduzcan las tensiones para implantar, respetuosa e inteligentemente, los ideales que han hecho posible alcanzar cierta libertad en una parte del mundo, y procurar reducir la miseria y la desigualdad en la otra. Todos y todas aspiramos, y tenemos derecho a ello, a gozar de un mundo sin hambre, guerras, dictaduras y de odios, aunque parezca utópico.
Somos conscientes que en el ejercicio del poder y de la política se expresan múltiples manifestaciones, complejidades y actores diversos; pero eso no puede ser un obstáculo insalvable para que exista un entendimiento respecto a aquellas cuestiones fundamentales para el desarrollo económico, político, cultural y social de la República Dominicana. Los compromisos contenidos en la Estrategia Nacional de Desarrollo, con miras al año 2030, representan un buen punto de partida.
Los teóricos de las ciencias políticas y la comunicación social David Easton y Talcott Parsons han aportado al análisis de la política como escenario complejo, estableciendo postulados teóricos para un adecuado abordaje, siguiendo los fundamentos de la Teoría General de Sistemas, del biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffi. En el caso del canadiense Easton, lo hace a través del enfoque sistémico.
En un artículo anterior, señalábamos que se requiere de debates de calidad que aporten a la política dominicana, bajo el entendido de que contribuirán, de seguro, a la construcción de una democracia de mayor nivel y al fortalecimiento de las organizaciones políticas dominicanas.
Tenemos que emprender un debate político de altura, que propicie los consensos necesarios en aquellas cuestiones fundamentales de la vida de la nación: el fortalecimiento de nuestras instituciones, al cuidado efectivo del medio ambiente y de los recursos naturales y avances significativos en la sostenibilidad económica, la salud y la educación. En esta perspectiva, los partidos políticos juegan un rol de primer orden.
La República Dominicana requiere de un sólido Sistema de Partidos Políticos y de reformas al régimen electoral que respondan a las exigencias de una sociedad institucionalmente democrática, económicamente sustentable y socialmente justa; y en ese contexto, los líderes políticos deben repensar el enfoque que hacen del poder y de la política.