Con más de 40 años de experiencia, ha transformado el reciclaje en un negocio que impulsa empleos y conciencia ambiental, es una persona que aporta con su gran ejemplo
Marcos Rodríguez es un reciclador puesto a prueba. Con 57 años, ha dedicado más de cuatro décadas al reciclaje de botellas de vidrio, convirtiéndose en un ejemplo de compromiso ambiental. Oriundo de Bonao, su vida ha estado marcada por el esfuerzo constante y la capacidad de convertir desafíos en oportunidades.
Desde su infancia, comenzó recolectando botellas como una manera de aportar a su familia, pero lo que inició como una actividad simple se transformó en un modelo de negocio que dinamiza la economía y beneficia a miles de familias.
“Inicié con la ayuda de un amigo muy especial que me prestaba un pequeño depósito donde podía almacenar las botellas. Ese espacio fue mi primer taller”, recuerda Marcos en una conversación con este periódico. A partir de ese modesto comienzo, logró adquirir su propio local, lo que marcó un punto importante en su trayectoria. Este paso no solo representó el crecimiento de su negocio, sino también su compromiso con la comunidad y el medio ambiente.
Actualmente, su operación se extiende gracias a una red organizada de aliados y proveedores que incluye colmaderos, organizadores de eventos, salones de belleza, barberías, minimarkets y habitantes de comunidades cercanas. Su próxima meta es adquirir un camión de mayor capacidad para complementar la camioneta que ya posee, lo que permitirá ampliar la recolección de botellas y generar más empleos.
“Priorizar la calidad y puntualidad en mis entregas ha sido clave para el éxito de mi negocio”, señala con orgullo.
El impacto de su trabajo no solo se refleja en el ámbito económico, sino también en el ambiental. Gracias a su labor, Marcos y su equipo han logrado reducir significativamente los desechos de botellas de vidrio, transformaron esta actividad en un pilar de su comunidad. Además, ha implementado un enfoque creativo al convertir botellas de difícil reutilización en vasos para velones de cera, un segundo uso para materiales que de otro modo terminarían en vertederos.
“El reciclaje no es solo un negocio; es un estilo de vida”, afirma Marcos, quien ha transmitido esta filosofía tanto a su familia como a su comunidad. Su compromiso con la sostenibilidad lo ha llevado a educar a su entorno sobre la importancia del reciclaje, y promueve una conciencia ambiental que trasciende las fronteras de su negocio.
El éxito de Marcos ha sido posible, en parte, gracias al apoyo de la Fundación Dominicana de Desarrollo (FDD). Esta institución, creada en 1966, surgió como una respuesta a las necesidades económicas y sociales del país tras la caída de la dictadura de Trujillo y la guerra civil de 1965. Fundada por un grupo de 23 empresarios liderados por José Armenteros Seisdedos y Rafael Esteva, la FDD se convirtió en la primera iniciativa de su tipo en la República Dominicana, con el objetivo de eliminar la desigualdad económica y promover la recuperación del país.
Una sombrilla del microempresario
A lo largo de más de 50 años, la FDD ha sido pionera en múltiples áreas, se destaca por introducir el concepto de Responsabilidad Social Corporativa en la década de los sesenta y el microcrédito en 1982.
Este último ha sido una herramienta crucial para miles de dominicanos, permitiéndoles consolidar negocios, generar ingresos dignos y realizar sus sueños. Actualmente, la FDD cuenta con más de 16,000 beneficiarios activos en diez provincias del país, además de los ciudadanos que reciben educación financiera y capacitación gratuita cada año.
La labor de la FDD no solo ha fomentado el crecimiento empresarial, sino que también ha tenido un impacto significativo en sectores como la agricultura y la artesanía. Por ejemplo, en los años setenta, impulsó proyectos agrícolas en regiones como Fondo Negro y Neiba, y en los ochenta, apoyó el sector artesanal con iniciativas como Planarte, de donde surgió la emblemática muñeca sin rostro de El Higüerito.
En el caso de Marcos Rodríguez, el acceso a microcréditos de la FDD le ha permitido expandir su negocio y consolidar su posición como líder en el reciclaje de botellas de vidrio. “He aprendido que la pobreza no debe ser una excusa para delinquir, sino una motivación para superarse y aportar a la sociedad”, reflexiona.
El reciclaje de botellas de vidrio en República Dominicana contribuye a generar empleos en diversas familias. Marcos Rodríguez es uno de los protagonistas de esta industria.