“El varón de las puertas y ventanas” trilla un camino en la fabricación e instalación de piezas de aluminio y vidrio.

Con una historia de superación y fe, Anderson Alvarado “El Varón” se abre paso en la carpintería de aluminio y vidrio. Su cartera de clientes empieza a ensancharse a diferentes puntos del país gracias a su experiencia y buena fama en la fabricación e instalación de puertas, ventanas, gabinetes, mamparas, cristales fijos, espejos y otros elementos para uso residencial y comercial.

Aunque le ha ido bien, reconoce que le falta mucho para llegar a donde quiere. Pero, pensar en sus inicios, le inyecta una dosis de motivación para llegar a la meta. Años atrás, Alvarado era el barredor de una empresa de fabricación de puertas y ventanas, en Sabana Perdida, Santo Domingo Norte, donde llegó a ser operador de maquinarias, hoy tiene su propio taller con empleados a su cargo.

“Entré barriendo en una empresa, me fui desenvolviendo, y al año me dieron la oportunidad de seguir escalando y entrar como operador de maquinarias y ensamblaje, ahí le pedí a Dios trabajar independiente y me vino a la mente que si yo trabajaba puertas y ventanas debía aprender eso”, narra.

Ya en el área de producción, una vez dominó las técnicas de ensamblaje de ventanas, habló con algunos de sus compañeros que se ocupaban de las labores de instalación, para que en su tiempo libre, sábados y domingos, acompañarlos en esa tarea, y así se hizo experto en instalación.

Trabajos incluyen la fabricación de gabinetes. Alvarado habilitó su taller en la marquesina de su casa. Responsabilidad y calidad es su sello.

Fue en 2018 cuando decidió poner su taller, con apenas meses de haberse casado con la que es hoy madre de su niña. Cuenta que al principio no fue nada fácil, y aun con su propio emprendimiento ofrecía sus servicios en otros talleres, en los que, dice, perfeccionó sus conocimientos en el área.

“Trabajar independiente era mi sueño y Dios me ha abierto puertas y hoy todo lo que tenga que ver con vidrio y aluminio, nosotros lo fabricamos”, destaca.

Agrega que con ayuda de Dios y de su esposa, con las ganancias de su trabajo pudo construir su casa y levantar su taller en la marquesina de su vivienda, el cual todavía sigue equipando y lo organiza mejor cada día.

Para Anderson, lo más difícil ha sido sobrellevar la presión del compromiso en las entregas. “Yo quiero que el trabajo quede lo mejor posible, entiendo que hay que ser responsable y a la hora de entregar un trabajo hasta me pongo un poco nervioso cuando se acerca la fecha de entrega y muchas veces entrego antes porque quiero quedar bien con el cliente” manifiesta.

Es precisamente donde, dice, radica su diferencia, “en un trabajo a tiempo” y en la comunicación con el cliente.

Su proyección es seguir escalando, ampliar su negocio e importar materiales al por mayor para ofrecer precios más cómodos al público.

“Yo que vengo de abajo, mi consejo a los jóvenes es que tiren para adelante, si entran a una empresa, traten de aprender, no se conformen con el salario, aprendan”, recomendó.

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