Con apoyo de la institución estatal Supérate, la dama ha logrado transformar su vida, al incursionar en el comercio de ropa; es una emprendedora constante
Cristina Ivelisse Jiménez es una mujer trabajadora y decidida. Es propietaria de una tienda de ropa en Villa Satélite, Villa Mella, un negocio que representa su principal fuente de ingresos y una muestra de su capacidad para salir adelante.
La idea de su emprendimiento nació de la necesidad de contribuir al sustento de su familia. Antes de aventurarse en esa actividad se dedicaba por completo a las labores del hogar y al cuidado de sus hijos. No tenía experiencia en el comercio ni en ninguna otra actividad económica. Pero decisión y firmeza le sobra.
En su afán de avanzar supo aprovechar una oportunidad que se presentó en el camino: Una amiga le habló del programa Mujeres SuperEmprendedoras de Supérate y le pidió ayuda para reunir un grupo de mujeres del sector interesadas en participar en el taller de capacitación.
En una conversación sostenida a media mañana rememora que curiosa, preguntó si ella también podía inscribirse. Su amiga le respondió que sí y sin dudarlo dijo: “¡Ah, pues anótame!”. La posibilidad de aprender algo que le permitiera mejorar su situación y ayudar a su esposo con los gastos del hogar la entusiasmó de inmediato.
Los inicios no fueron fáciles, rara vez lo son. “La primera vez que participé lloré muchísimo porque veía a los demás con tanto ánimo”, recuerda. En ese momento, su vida atravesaba un proceso difícil y sentía que no tenía las fuerzas ni el entusiasmo que observaba en los demás. Sin embargo, con el tiempo, fue ganando confianza y encontró motivación en cada sesión de aprendizaje.
Su primer negocio fue la venta de helados desde su casa, una iniciativa sencilla que pronto comenzó a dar frutos. Con el tiempo, su hermana le propuso iniciar un negocio de venta de ropa. Sin pensarlo dos veces, aceptó y así comenzó su nuevo emprendimiento, que hoy es su mayor fuente de ingresos y un proyecto en el que su familia también se involucra activamente.
Cristina ha experimentado una transformación profunda no solo a nivel económico, sino también personal. “Antes me sentía destruida, pero ya me he superado bastante. Estaba muy triste, sentía una amargura grande y no sonreía. Antes no tenía el valor de sonreír. Pero entrar en Mujeres SuperEmprendedoras me enseñó a sonreír, a superarme y ser una persona de bien”, expresa, sin esconder ni por un segundo la emoción que le genera hablar del tema.
Esta nueva actitud le ha permitido enfrentar los desafíos del emprendimiento. “Antes, hasta para un cafecito tenía que estar pidiendo. Yo no tenía nada, pero ahora mi vida ha cambiado, hasta mi rostro ha cambiado”, dice entre risas. Su experiencia le ha demostrado que es posible salir adelante con esfuerzo, capacitación y una red de apoyo adecuada.
Cristina reconoce el impacto positivo del programa en su vida y en la de muchas otras mujeres. “Soy ahora una mujer SuperEmprendedora”, afirma con orgullo.
Agradece la iniciativa del Gobierno y el trabajo de Supérate, que, según sus palabras, ha brindado oportunidades a mujeres que no sabían cómo empezar un negocio o generar ingresos de manera independiente.
A medida que su negocio crece, también lo hace su compromiso con la comunidad. Cristina se ha convertido en una fuente de inspiración para otras mujeres de su sector que ven en ella un ejemplo de superación. Ahora comparte sus conocimientos y anima a otras a capacitarse y emprender. “Siempre les digo que sí se puede, que todo es cuestión de dar el primer paso”, comenta.
Uno de sus mayores aprendizajes ha sido la importancia de la organización y la administración del dinero. “Antes, cuando vendía algo, gastaba el dinero sin pensar. Ahora llevo mis cuentas, separo lo que es del negocio y lo que es para la casa. He aprendido a reinvertir y hacer crecer lo que tengo”, explica.
Pero lo que hace esta dama no ha sido fácil, ha sabido superar obstáculos, sin amilanarse. Ha demostrado que siempre que haya interés, se puede. Su tienda de ropa en Villa Satélite es el resultado de su esfuerzo y su deseo de salir adelante. Su historia inspira a otras mujeres a creer en sí mismas y a buscar oportunidades para crecer y mejorar su calidad de vida.
A futuro, Cristina sueña con expandir su negocio y abrir una tienda más grande. “Quiero seguir aprendiendo, seguir creciendo y, sobre todo, seguir ayudando a otras mujeres a lograr lo mismo”, dice con determinación.