La Universidad UTE está conmemorando en este año, sus 30 años de fundada, pues su primera facilitación fue en enero de 1989 autorizada por el Consejo Nacional de Educación Superior (CONES), y entre sus actos conmemorativos figuró la celebración de su XXVII Graduación en la que entregamos a la sociedad dominicana 351 nuevos profesionales en las carreras que imparte este innovador Centro de Educación Superior, aumentando a 8,000 egresados, quienes se desenvuelven con gran eficacia, ética y moral profesional, tanto en el país como en el extranjero, así como la reconocida percepción de que la UTE cuenta con la calidad y profesionalidad en el sistema de educación superior, pues como dice el gran cantautor español Joan Manuel Serrat “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Tuvimos como orador invitado al obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Monseñor Jesús Castro, quien al mismo tiempo es Rector de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), fundada hace algunos años por nuestro recordado Cardenal, Monseñor Octavio A. Beras.
Esta Universidad UTE se fundamenta en los principios del humanismo cristiano y está abierta a toda persona no importa su edad, color, pensamiento filosófico, o etnia a la que pertenezca. Fue de gran satisfacción el hecho de que estos principios están acordes con los principios y pensamientos sustentados por nuestro Orador cuando, en sus interesantes palabras, expresó lo siguiente:
“Ahora bien, de la misma manera que las buenas intenciones deben estar acompañadas de las buenas acciones para alcanzar el reino de Dios; de igual manera el optimismo que nos fortalece en la creencia en la redención material y espiritual de los hombres debe estar acompañado de la doctrina y de la fe, para hacer madurar sus frutos. Esa doctrina, adecuada para acompañar ese optimismo, es la humanista, la que, por medio de nuestra fe y de la doctrina social de nuestra Iglesia, se convierte en doctrina del humanismo cristiano.
En sentido general, el humanismo es una doctrina filosófica que surge en los inicios del Renacimiento como reacción a la visión medioeval del hombre, en el que su interés por lo divino terminó absorbiendo lo humano. A partir del siglo IV, cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, la religión fue penetrando en todas las estructuras de poder, de tal manera que, en una Europa políticamente fragmentada, la autoridad de la iglesia se hizo necesaria para mantener el orden económico, social y político en las nacientes naciones europeas”, continuó expresando el reverendo Monseñor Jesús Castro.
El Auditórium de la Casa San Pablo estuvo repleto de connotados invitados, personal de la UTE, así como familiares de los graduados y otros soportes de esta Universidad de Excepción, bautizada por sus amigos y seguidores como “La Universidad de la Vida y la Esperanza”.
Las palabras de gracias en nombre de los graduados por alcanzar el mayor índice académico fueron pronunciadas por la joven Wendy Elizabet Santos Berroa, de la carrera de Psicología.
Su discurso causó gran impresión y sorprendió a los directivos de la UTE, porque reflejó en el mismo la verdadera función y objetivos de la UTE, según pudimos apreciar en sus emotivas palabras como fueron las siguientes:
“Nelson Mandela, uno de los grandes hombres del siglo XX, dijo: “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
En efecto, una sociedad que cuente con ciudadanos educados tiene mayor probabilidad de salir de la pobreza y estrechar la brecha existente entre los que más pueden y aquellos menos afortunados.
Es por esto que el sistema educativo de una nación tiene tanta incidencia en el desarrollo humano.
Una universidad como la UTE, cuya metodología está dirigida a la educación de adultos, tiene una doble responsabilidad sobre sus hombros. La misión primaria de educar y la de reivindicar a aquellos hombres y mujeres que, en su primera juventud, por circunstancias de la vida, no pudieron estudiar o tuvieron que desertar de las aulas universitarias.
El método andragógico promovido por la Universidad UTE está concebido para personas que quieren enfrenar nuevos retos y ser los protagonistas de su propio aprendizaje, sin discriminación de sexo, condición socioeconómica, religión, etnia o nacionalidad. De ahí que su concepción filosófica sea eminentemente humanista.
Decía Howard Hendricks, un reconocido profesor norteamericano de teología, que “la enseñanza que deja huellas no es aquella que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.
Haber estudiado en la UTE ha dejado una huella indeleble en nosotros que ni el tiempo ni las adversidades podrán borrar.
He tenido la oportunidad de graduarme – en diferentes etapas de mi vida- de otras universidades, pero debo confesarles, sin temor a equivocarme, que ninguna de ellas ha tocado mi esencia como lo ha hecho la UTE.
Esta universidad ha desarrollado en mí competencias que, no solo me han convertido en una profesional con mayores conocimientos, destrezas y habilidades; sino que también – y lo que para mí es muy importante – me ha transformado en una mejor persona, capaz de ser sensible hacia el dolor ajeno; de ser tolerante ante la diversidad; resiliente en la adversidad, ser más humana y de amar por sobre todas las cosas”.
Con estas sentidas palabras terminó su discurso de gracias..