Ahora que se ha comenzado a dar luz verde para la reformulación de la Policía Nacional con el propósito de llevarla a sus orígenes de cuerpo del orden y protección de los ciudadanos, es una buena oportunidad para que los agentes vuelvan a ser policías y la ciudadanía retome la confianza en la seguridad ciudadana y la salvaguarda de sus bienes.
Si esta difícil tarea se cumple, el presidente Luis Abinader no solo se habrá anotado un punto importante en la gestión como gobernante, sino que se convierte en uno de los presidentes para la historia, porque con ello, realmente le devuelve la paz y el sosiego a los dominicanos y a los extranjeros que suelen visitarnos.
De rescatarse de la llamada institución del orden, con sangre nueva, renovada y capaz, los dominicanos podrán volver a abrir las puertas de sus hogares, negocios y transitar libremente por esas calles de Dios, sin temor a que un “malandrín”, le asalte o le mate.
Una Policía formada, bien pagada y con todos los beneficios sociales que conlleva una labor de riesgo como la suya, de seguro que defendería su empleo, lo pensaría mil veces antes de apoyarse en grupos delincuentes y criminales, como ocurre ahora en muchos casos.
Este es un compromiso de todos, políticos, empresarios, industriales, profesionales, inversionistas y de todos. los ciudadanos, a quienes debe preocuparles seriamente la inseguridad que nos arropa y la necesidad de una justicia equilibrada, a partir de las acciones de sus auxiliares con fe pública.
Las garantías de un país libre no deben ser negociadas por nada. La defensa de los intereses nacionales debe estar por encima de todo, razón por la cual se debe asumir ahora ese compromiso sin mirar hacia atrás y sin temer a ninguna presión interna o externa que pueda ponerlos en peligro. Hay muchos policías, militares y jueces que hacen su trabajo sin dejarse corromper, pero lamentablemente la mayoría lo hace y eso debe cambiar. Es hora de dar el salto.