La espiral de violencia que vive la sociedad dominicana nos tiene a todos con mucha preocupación. Los últimos días el panorama ha sido aterrador. Cuatro mujeres y un hombre asesinados a tiros por un policía borracho y despechado, un animador deportivo muerto a tiros por un ex jefe de la DNCD luego de una discusión que se pudo haber evitado, un asesinato frío y espeluznante de una joven por su novio que la dejó desangrándose en un lugar remoto, todos son hechos que nos llevan a preguntarnos qué pasa en la sociedad dominicana y qué están haciendo las autoridades para evitar que este círculo de violencia e inseguridad se siga ampliando.
Desde hace mucho tiempo he estado planteando que para enfrentar la cultura de violencia que acogota a la sociedad dominicana, es necesario trabajar para la construcción de una cultura de paz que se enraice en todos los dominicanos y dominicanas desde la niñez. Eso debe ir unido a la aprobación por parte del Congreso de una efectiva ley de Salud Mental y, al mismo tiempo, al desarrollo de una campaña permanente para que toda la población se acerque y practique cada vez más las enseñanzas de Jesús sobre el amor, la tolerancia, el servicio y el perdón.
La construcción de una cultura de paz debe iniciarse en los hogares y en las escuelas públicas y privadas, con nuestros hijos y nietos. Los padres y madres deben dedicarle tiempo a sus hijos para enseñarles cómo enfrentar y manejar las discusiones, enseñarles que ser tolerantes no significa ser cobardes y que es mil veces más conveniente el perdón a la venganza. Eso deben ser valores que se inculquen a nuestros hijos y nietos de forma constante para que puedan ser parte de su accionar cotidiano en la vida.
En cuanto a las escuelas, tanto públicas como privadas, el actual gobierno debe retomar una hermoso proyecto de construir una Cultura de Paz, que desarrollaron el Ministerio de Educación y la Procuraduría General de la República en el pasado gobierno de Danilo Medina. Ese proyecto tenía como elemento principal desarrollar jornadas educativas y sociales con los estudiantes de primaria y secundaria, para prepararlos en la actuación con respeto, amor y tolerancia hacia los demás. La meta era inculcar en las mentes de nuestros estudiantes los elementos principales del valor de vivir en paz y armonía con sus semejantes. Ese plan debe ser retomado por las presentes autoridades y darle una canalización amplia en toda el área educativa, tanto pública como privada, colocarlo como una materia esencial en los currículos de primaria y secundaria, para sembrar en todos los estudiantes una verdadera Cultura de Paz.
Otro elemento de gran importancia para enfrentar esta cultura de odio, violencia y muerte que nos corroe, es responsabilidad del Congreso Nacional. Los legisladores deben poner como prioridad y aprobar, en el más breve plazo posible, la Ley de Salud Mental que desde hace tiempo está impulsando el diputado Aníbal Díaz, para lograr que las ARS y todos los seguros asuman los costos de la salud mental en sus servicios. Muchos de esos hechos violentos son realizados por personas que tienen serios problemas mentales, pero no tienen opción para ser tratados por un profesional de la salud mental, ya que una consulta cuesta más de tres mil pesos y ni las ARS ni los seguros la cubren.
El tercer elemento que entiendo de mucha trascendencia para enfrentar este clima de violencia y odio, es que todos entendamos la necesidad de buscar la tranquilidad y la paz plena que solo Dios puede darnos, a través de su hijo Jesús. Buscar a Jesús, aprender de sus enseñanzas sobre el amor, la tolerancia, el perdón, el servir a los demás sin buscar nada a cambio, es la mejor vía para lograr que nuestras actuaciones estén llenas de ese amor y protección hacia nuestro prójimo. Tenemos que aprender a amarnos y respetarnos, a tolerarnos y perdonarnos, y que eso sea parte de nuestra actuación diaria, permanente, cotidiana. En medio de toda esta violencia e incertidumbre, hoy más que nunca debemos llevar a la práctica ese gran enseñanza de Jesús, contenida en el evangelio de Mateo, capítulo 5, versículo 44: “…yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a quienes le maldicen, hagan bien a los que les aborrecen, y oren por los que les ultrajan y les persiguen”.