Que un músico, de golpe y porrazo, pierda habilidades para tocar un instrumento o que se le olvide de qué vivió un largo trecho de su vida, no quiere decir que el “instrumento” esté inservible o que no pueda exhibirse, pues las cosas -ni las personas o instituciones- no dejan de tener valor en función de deseos o del concepto desechable con que solemos designar, alegremente, aquello que ya no nos sirve simplemente por amnesia adrede, o, como en el caso, metáfora embustera.
Los fupuístas; pero sobre todo su minúscula ala intelectual y teórica (por demás, izquierdistas de derecha y kamikazes-mediáticos), han tomado la frase “viejo instrumento” para construir un relato de intrigas, retorcimientos -de mercenarios-interactivos- y extravíos éticos-doctrinarios-ideológicos, donde ellos se adjudican el don de contar la historia reciente desde el balcón o cuál transeúnte queriendo sustraerse -evasión poética-pendeja- del usufructo del que hasta hace poco disfrutaron -ya en la Administración pública, el servicio exterior o en algún “situado”-recoveco no vinculante- de lo lindo, pues un año no es un siglo ni tampoco el 4.54 % de sus dolores puede borrarse del registro de su líder y bisagra-entelequia.
Honestamente, en el vestuario de nuestra clase política, jamás habíamos visto semejante desfachatez ni insulto a la memoria colectiva, porque eso de desentenderse del pasado inmediato o de querer construir un “partido” de un arrebato; y ya corto de tiempo electoral, aliarse al látigo -otrora archirrival político- o vía contraria, habla más de simulación, apuro y ego-herido que interés de fundar algo creíble.
Y entendemos al líder-tránsfuga. No es fácil asomarse, siquiera, a la ventana de quién fundó dos partidos políticos mayoritarios (Cuba-1939 y RD-1973); pues, siempre es mejor, o más fácil, ensamblar una franquicia (agencia de empleo) y apurar al Balaguer o Báez que nos incita e inspira. Total, por algo el transfuguismo -ese viejo recurso político- no pierde vigencia ni deja de ser, geometría-física al fin, la distancia o pirueta más corta entre una acera y otra. ¿Vergüenza o qué?
Pero, finalmente, lo que no entiendo, y tal vez el vate -a falta del teórico estelar de nombre bíblico-, lo pueda explicar mejor: ¿por qué razón no apelan a otro nicho-rosario, fuera del PLD, si es un “viejo instrumento” y además habiendo tantos “clientes”-transeúntes en las calles? O más fácil, ¿por qué razón se cambian de bolsillo su exiguo 4.54 %?
No hay que ser adivino: es difícil engañarse entre ellos mismos. Ya La Lupe lo cantó: ¡…Teatro!
O tal vez, están convencidos de que, en política, alianzas coyunturales generan ganancias selectivas -como estamos viendo-; pero obvian, por conveniencias-libramiento, que hay acciones que no perimen…