“Los tiempos difíciles son los tiempos difíciles. En los tiempos difíciles el número de vacilantes aumenta; en los tiempos difíciles -y eso es una ley de la historia- hay quienes se confunden, hay quienes se desalientan, hay quienes se acobardan, hay quienes se reblandecen, hay quienes traicionan, hay quienes desertan. Eso pasa en todas las épocas y en todas las revoluciones. Pero también en los tiempos difíciles es cuando realmente se prueban los hombres y las mujeres; en los tiempos difíciles es cuando se prueban, realmente, los que valen algo. Los tiempos difíciles son la mejor medida de cada cual”. (Fidel Castro)
Esta frase de Fidel es muy apropiada ante los tiempos que vive la humanidad, que viven muchos pueblos de Nuestra América, frente a la conducta de ciertos líderes que, en medio de la tormenta rehúyen la realidad, creando confusión y doble sentido.
Sé que abordar el tema de Venezuela en el actual contexto, para muchos pudiera ser una tarea difícil y compleja, otros, sencillamente evadirían abordarlo. Pero el compromiso con los pueblos, con los procesos democráticos y revolucionarios obliga a actuar aún en tiempos difíciles. Quiero antes de entrar en materia dejar bien claro que lo emitido en esta columna es de mi entera responsabilidad; en modo alguno involucra ni al director de este prestigioso medio ni a su propietario.
Fui invitado por el Consejo Nacional Electoral -CNE- de Venezuela a observar el proceso electoral del pasado domingo 28 de julio. No es la primera vez que recibía dicha invitación en ese hermano país sudamericano, como también he sido invitado, en varias ocasiones, por otros países, como México, Brasil, Argentina, Panamá. Nicaragua, Honduras, El Salvador, Colombia, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia. Y si en algún momento me invitasen a los Estados Unidos de Norteamérica, también haría la experiencia. Fui invitado como otros cientos de observadores de organismos internacionales, personalidades y ex presidentes. Creo que todos fuimos invitados a observar el proceso y de manera objetiva decirle al mundo lo que ahí se presenció. No creo que ningún observador, sea de organismos internacionales, o ex presidentes o de organizaciones no gubernamentales, haya sido invitado en calidad de mediador, como han querido atribuirse algunas figuras, lo que me parece no es serio.
Lo que viví fue un ambiente cívico y democrático de una votación concurrida, en orden, hasta el cierre de las votaciones, por lo menos en los lugares que pude recorrer en la ciudad de Caracas. Todos los observadores, a partir del cierre de las votaciones estábamos pendientes al boletín del órgano de arbitraje (CNE).
Efectivamente, próximo a las 11 de la noche de ese domingo, el Pleno del Consejo Nacional Electoral, sirviendo de vocero su presidente, el señor Elvis Amoroso, ofreció el primer boletín con los resultados de las elecciones presidenciales, informando que el candidato del PSUV y aliados, Nicolás Maduro resultó electo como presidente con 5,150,092 millones de votos, equivalente al 51,20%, el candidato opositor Edmundo González Urrutia, obtuvo 4,445,978 millones de votos, equivalente al 42,2%. Y agregó que otros candidatos participantes obtuvieron 462,704 votos, equivalente al 4,6%. Este primer boletín se ofreció con el 80% de las actas escrutadas. A partir de ese primer boletín se crea una atmósfera de cuestionamiento por parte de la oposición encabezada por María Corina Machado y su candidato Edmundo González, quien más que un candidato es una especie de ventrílocuo, pues ella habla y actúa por él.
No han podido esperar ni a que cierre el proceso, en el marco de la normativa legal y se presenten las actas, mesa por mesa, como la autoridad electoral ha declarado que se hará, porque nada tiene que esconder. En el fondo, la celeridad atropellada con que se mueven deja el obvio sabor de la premeditación, la acechanza, la alevosía, la previa concertación y la supeditación a las maniobras de los Estados Unidos y sus aliados. Están desesperados y saben que cada minuto que pasa se les escapan los pretextos, y caen las mentiras y las manipulaciones. Ya no es fácil engañar al mundo. Y las pruebas están a la mano y no las podrán obviar.
La victoria del presidente Nicolás Maduro fue ratificada el viernes 2 de agosto por el Pleno del CNE, con el segundo boletín ofrecido por su presidente Elvin Amoroso, el cual indica que con el 96,87% de las actas escrutadas obtuvo 6,408.844 millones de votos, equivalente al 51,95%, mientras el candidato opositor obtuvo el 43.18%.
Esa oposición nunca quiso reconocer al Consejo Nacional Electoral como árbitro del proceso, con un sistema de votación automatizado, auditado en todas sus fases, del que se ha demostrado es uno de los más seguros del mundo, sin embargo, aceptaron las reglas del juego y fueron al proceso electoral, con lo cual legitimaron dicho proceso. Por qué fueron al proceso electoral? Porque tenían un plan preconcebido de vulnerar la estabilidad, el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas. No era más que un nuevo episodio de los que ya antes habían producido y que no pudieron lograr la alternabilidad diseñada por ellos. El libreto de este capítulo no se genera en Venezuela, está dirigido por los Estados Unidos de Norteamérica, pretendiendo hacer exactamente lo que hicieron en el año 2019, con Juan Guaidó, sólo que este libreto, a la luz de ese antecedente tuvo un nuevo ingrediente, sumar a países que responden a los intereses de los Estados Unidos; el libreto contenía también un ataque mediático sin precedentes contra una nación, contra un presidente y contra la voluntad popular expresada en las urnas.
El presidente Nicolás Maduro, que desde el momento en que sucedió al ex presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en 2013, los antichavistas no le daban más de tres meses en el cargo, sin embargo, este joven presidente ha tenido que enfrentar con firmeza la ofensiva de tres presidentes norteamericanos, Obama, Trump y Biden, la de Elon Musk, intento de magnicidio, una guerra económica, más de mil sanciones unilaterales de los Estados Unidos, escasez de alimentos, apagones terroristas, afrontar los efectos de la ausencia física del comandante Chávez, campañas de influencers cargadas de mentiras, así como de laboratorios de bots, entre otras amenazas, y saber mantener un nivel de ecuanimidad y de paz como un titán de hierro.
Hablan de la paz quienes atacan en nombre de la democracia. Todos debemos querer la paz, unos de manera sincera y real, otros la invocan de manera demagógica y simuladora. Aquellos que fomentan el caos en Venezuela son los mismos que ejecutan la guerra contra el pueblo palestino en la franja de Gaza, los mismos que estimulan la guerra de Ucrania, los mismos que desestabilizan gobiernos como los de Bolivia, Nicaragua, los mismos que tienen sometida a Cuba a una política de terrorismo económico por más de sesenta años. Queremos una paz en medio de esta tormenta, y la paz debe ser respetando la voluntad popular expresada en las urnas el pasado domingo 28 de julio. Ese ha sido el dictamen del Consejo Nacional Electoral, que es el árbitro válido de estos comicios, que da como ganador al actual presidente constitucional Nicolás Maduro Moros.