En los años iniciales de nuestro Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Juan Bosch promovía el desempeño de tareas de forma igualitaria entre hombres y mujeres; más aún, de manera equitativa en los de diferentes sectores de la sociedad dominicana.
Recuerdo que desde los llamados núcleos de profesionales motorizó la propuesta de que no se les denominara grupos especiales porque consideró siempre que en la organización todos y todas éramos iguales. La mayoría de las mujeres que accedieron al Comité Central y al Comité Político lo hicieron por recomendación y a propuesta de Bosch; porque él no concebía un organismo sin presencia femenina.
Estuvo siempre tan pendiente al buen trato que los compañeros debían dispensar a las compañeras del PLD que prestaba atención a detalles tan simples como el de que un hombre cediera el asiento a una mujer que estuviera de pie. Intentó hacer del PLD una escuela de respeto y fidelidad entre compañeros y compañeras, fueran o no parejas sentimentales.
En reuniones o cualquier tipo de actividad, al notar la presencia de pocas mujeres, siempre mostraba preocupación y llamaba la atención sobre la necesidad de que se enfatizara en las convocatorias a las mujeres.
En los procesos electorales, él siempre planteó públicamente que en un gobierno suyo dispondría del aparato estatal a favor de la población femenina, para que a su vez pudieran aportar sus capacidades y talentos al Estado y al pueblo mismo. Bosch enseñó a sus discípulos que la plena democracia no era tal si faltaban las mujeres, que cuantificó como la mitad de la población y madre de la otra mitad.
Históricamente, en el PLD se ha considerado iguales a los hombres y las mujeres. El segmento femenino ha tenido que realizar los mismos trabajos partidarios que los hombres.
Participamos junto a los compañeros en la recolección de firmas en sus inicios, para la legalización del partido; en los Esfuerzos Concentrados; en la formación de los Comités de Trabajo Peledeístas, en los Círculos de Estudios, en los Comités Patrióticos y Populares y otros organismos internos o frentes de masas.
También en la búsqueda de cotizantes, de lectores/as de Vanguardia del Pueblo y la revista Política: Teoría y Acción; en la venta de boletas y otras acciones de finanzas. En fin, las peledeístas, desde la fundación de la organización hasta nuestros días, hemos participado activamente en todo el hacer y quehacer del partido.
La presencia que hoy tenemos en el PLD la conseguimos precisamente por nuestras condiciones particulares, porque nosotras podemos desarrollar capacidades verdaderas de liderazgo, cuyas características nos permitieron compartir con todas y todos los trabajos de la organización. Las mujeres podemos, como el poeta, llamar con voz potente lo bueno que late en el corazón del hombre. Como dijo Mahatma Gandhi, “ayudar a nuestros seguidores a parir sus propias ideas; hacer que caminen desde la oscuridad hacia la luz”. Como mujeres estamos llamadas a ser comprensivas y solidarias, a apoyarnos siempre en el pensamiento del profesor Juan Bosch cuando dijo: “El amor hace fuerte a los débiles y valientes a los cobardes. El amor obra milagros”.
Nosotras podemos buscar siempre un sueño realizable; imaginar un futuro mejor que hay que construir. Nosotras somos capaces de reproducir y realizar los verdaderos sentimientos y anhelos de nuestros corazones; vender la confianza en tiempos mejores; pero también somos capaces de hacer que esas ilusiones se realicen. Nuestro maestro y líder, el profesor Juan Bosch, nos enseñó a las mujeres que “allí donde el hombre tiene que meditar para hallar una idea buena, la mujer la encuentra de golpe, por instinto”. Hagamos uso de esa fuerza.
Bosch nos legó las mejores de las enseñanzas para que asumamos con firmeza los roles que nos asigna la vida política, pero sin olvidar jamás el seguimiento a su ejemplo, ser coherentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.
Asumamos el boschismo como una verdadera práctica de vida.