¡Hola, distinguidos lectores de elCaribe! A propósito de que el gobierno actual está inmerso en una ola de reformas y reestructuraciones institucionales, quise tomar esta pausa en cuanto a gramática y periodismo para emitir mi criterio sobre la pretensión de unificar los ministerios de Educación (Minerd) y el de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), proyecto que entiendo hay que observar con mucho cuidado y repensarlo.
El Minerd es una institución demasiado compleja, con retos y desafíos a superar y para los cuales el país tendrá que esperar un tiempo valioso para poder enfrentarlos y subsanarlos, sobre todo cuando confluyen intereses de sectores politizados que anteponen sus “necesidades” y no las del colectivo social estudiantil, y que colocan en un plano secundario mejorar la calidad de la educación dominicana.
El Mescyt, sin embargo, ha funcionado razonablemente bien y es menos complejo porque en él convergen temas que contemplan solo la educación superior. Su programa de becas ha sido exitoso, aunque para estos tiempos creo que conviene hacer unos ajustes para hacer un levantamiento y otorgarlas en renglones que necesita el país, aunque ya ese es otro tema.
Creo que no es tiempo de que algo que ha ido bien, como el Mescyt, sea mezclado o fundido con algo que deja mucho que desear, como el Minerd, que tanto ha retrocedido pese a los recursos económicos con los que cuenta… Sí, me refiero a ese 4 % del PIB que se le asigna y que aún no da frutos en lo que concierne a la calidad educativa.
Y tengo mis razones para no querer esta unificación. Por ejemplo, entre las cosas que me indignan, comparto sobre algunos casos de bachilleres que anhelan poder estudiar una carrera universitaria y no han podido por algunas trabas: certificado de bachiller que no aparece, no hiciste el octavo, no pasaste las pruebas nacionales (que deberían ser eliminadas), y otras más.
Son muchos los casos de los que me he enterado, como el de mi hermana menor a la que le dicen que no hizo el octavo y tiene ella copia de su certificado de bachiller; compañeros de bachillerato que, desalentados y decepcionados, me comparten la “lucha que han cogido” tratando de tener un duplicado de su certificado de bachiller o un récord de notas para inscribirse en la universidad, pero a quienes les ha sido imposible por el desorden del que ellos no tienen culpa, porque sus documentos no aparecen.
Entonces, queridos lectores, yo me pregunto: ¿Es posible en estas condiciones unificar estas dos instituciones? Una que hay que reiniciarla para hacer los ajustes necesarios y otra que ha funcionado más o menos bien. ¡Creo que no es el momento!