Quiterio Cedeno
Quiterio Cedeno

En medio de la tempestad que comenzó el lunes de la semana pasada por la propuesta de “tierra arrasada” del Poder Ejecutivo para la reforma fiscal, se despeja el horizonte con la declaración del presidente Luis Abinader que asegura que se dialogará con todos los que tienen algo que decir sobre el tema.

También aporta un aire fresco para el turismo la visita del mandatario a Pedernales, cuyo proyecto turístico, diseñado por el Gobierno para relanzar la economía del Sur, al igual que el de Punta Bergantín, promovido para recuperar el brillo turístico de Puerto Plata y la Costa Norte, no tendrán futuro si se pone en vigencia la estrategia sugerida de borrar los incentivos otorgados a este sector.

Abinader se mostró mucho más receptivo que su ministro de Hacienda, cuando dijo que estaba abierto al diálogo. No se esperaba menos, debido a que ese ha sido su estilo para conducir las relaciones con la sociedad desde la Presidencia.

Es importante entender las estrategias que han logrado que el turismo “marche bien” como bien dijo nuestro presidente. Es así, porque hasta agosto la llegada de cruceristas había aumentado un 121% comparada con los resultados pre pandemia del 2019. Recibimos 137,753 cruceristas en ese período, y el Puerto Cabo Rojo sigue adelante con la inauguración de la segunda fase de desarrollo.

El miércoles de esta semana este nuevo puerto de cruceros recibió al barco Adventure of the Seas, el tercero que arriba a la terminal. Es la primera vez que esta embarcación, que forma parte de la nueva generación de cruceros gigantes, visita la República Dominicana. Tiene capacidad para 3,114 cruceristas y 1,185 tripulantes.

Está logrando éxitos la estrategia del presidente Abinader para convertir el país en un importante destino para los cruceros en el Caribe. En el 2019, recibimos 1.1 millones de cruceristas y el año pasado multiplicamos esa cifra por dos al conseguir 2.2 millones. Quiera Dios que los chicos de Hacienda no entiendan que como está creciendo es una actividad “madura” que no necesita los estímulos del Estado, y Barahona se quede con el moño hecho, y sin el proyectado puerto de cruceros.

Cuando escucho eso de que al llegar a la “madurez” el sector turismo no necesita incentivos, yo siempre digo: Perdónelos, que no saben lo que dicen. Los mangos cuando maduran se caen de la mata y al chocar con la tierra se dañan. Es lo que le pasó a Puerto Plata, región a la que le quitaron los incentivos con la nueva ley aprobada en el 2001, porque el turismo estaba “maduro” y no los necesitaba. Se mantuvieron los incentivos a Juanillo, y eso hizo posible que Punta Cana, que entonces formaba parte de Juanillo, multiplicara por tres su oferta hotelera y hoy tiene el 60% de los turistas.

Mientras Puerto Plata se pudrió y pasó de más de 785 mil turistas en el 2000 (el 32% de los que llegaron) a 358 mil en el 2013, año en el que corrigieron el error y le repusieron los incentivos, pero ya el daño estaba hecho. Confío en que con Abinader eso no se repetirá.

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