Hace unos días recibí de regalo, de parte del buen amigo, Sergio Roitberg, su libro “Expuestos”.

Sólo para entender hacia donde nos lleva este interesante libro, basta con leer lo que sobre el libro opinó Andrés Oppenheimer: “Un libro iluminador sobre cómo manejarnos en un mundo hiperconectado, en el que estamos todos expuestos como si estuviéramos en una vitrina. Como bien dice Roitberg, las empresas ya no pueden ni controlar las conversaciones: tienen que conectarse con la gente”.

Un ejemplo claro, es lo que ha sucedido en estos días en la vecina isla de Puerto Rico. Un chat del gobernador con miembros de su gobierno, de más de 900 páginas, donde hacen comentarios homofóbicos, sexistas y misógamos, los tiene al borde de tener que renunciar de la gobernación.

Hace 20 años estos comentarios no hubieran pasado de una reunión en un salón de un grupo, posiblemente de borrachos, con muy poco criterio. Hoy todo queda grabado en algún sitio y lo que para algunos podía ser un ejemplo del poco trabajo que tiene el gobernador y su equipo, es un caso más de que vivimos en un mundo totalmente transparente y lo que algunos puede haberle parecido una broma, una forma de actuar que no respeta diferencias, perfectamente puede terminar con un gobierno.

El libro de Sergio da para varios artículos, sin pretender quitar el interés al lector de recorrer rápidamente las páginas que nos llevan, ya no a un futuro de novelas como las de Julio Verne, a una realidad de un mundo que cambia a una velocidad que muchas veces es difícil de seguir.

Los que somos parte de la generación de “baby boomers”, nacidos entre el 1946 y el 1964, los cambios que hemos visto han sido más que sorprendentes.

Al momento de nacer pocas viviendas tenían teléfonos. Recuerdo que en Jarabacoa había que bajar al pueblo, entrar a una caseta y pedir a la operadora que nos conectara con otro número, lo que hacía mediante una clavija que conectaba al número deseado. Era sin duda la mujer o el hombre mejor informado, no hacía falta intervenir teléfonos, estos operadores oían todo lo que se hablaba. Parecido a lo que sucede ahora fruto de la gran tecnología.

Soñar con un televisor en cada habitación era imposible, sólo algunos podíamos darnos el lujo de un televisor en la sala que reunía a la familia por pocas horas porque ni soñar con las veinte cuatro horas que hoy tenemos de noticias, películas, documentales, todo a nuestro alcance sin importar las distancias y el tiempo en que la noticia haya sido reproducida.

Cómo explicarle a la generación millennials, nacidos entre 1982 y 1994, que para hacer operaciones matemáticas complicadas usábamos una regla de cálculo para lo cual era necesario tomar un curso. Cómo decirle que hoy llevan una computadora en sus manos, mientras los “baby boomers”, debimos aprender a utilizar computadoras que necesitaban más de 100 metros cuadrados de espacio, el famoso sistema 34 y aprender programar en “Fortran”, desarrollado por IBM en los años cincuenta, para análisis matemáticos.

El “culpable” de estos avances sin dudas lo fue, con su enorme talento, Steve Jobs, que desarrolló en el 2007 el primer iPhone, revolucionando la forma de comunicarnos.

No existen secretos, se puede buscar el historial de una empresa, las posiciones de un político, cómo cambian en el tiempo o con las circunstancias, ya nada queda de forma privada, todo está expuesto y los millennials y mucho más los centennials, nacidos después del 1995, tienen a través de diferentes plataformas su vida totalmente expuestas a los demás. Sus gustos, sus familias, las reuniones de amigos, alegrías y tristezas, todo transparente en las redes.

Esto, como bien dice el libro, cambia la forma de comunicarse, las empresas tienen que ser cuidadosa y relata el caso de la línea aérea United, cuando a la fuerza desmontó un pasajero y aún pudiendo hacerlo, un hecho de fuerza como este, recorrió el mundo y se vieron precisados a pedir excusas, compensar al pasajero porque ya afectaba no sólo la imagen de la aerolínea, también reducía el valor de las acciones de la empresa.

Pensar que no en muchos años podremos ver un equipo de pelota de robots, incluso hay serias discusiones éticas sobre los robots, cómo pueden ir mejorando su inteligencia hasta mejorar la de los humanos e incluso llegar a tener independencia propia.

El avance de la medicina aumentará cada vez más el promedio de vida. La revolución de las células madres es un campo que aún tiene por delante inmensos retos donde ya en la actualidad regenera órganos, tendones y pronto la tecnología permitirá trasplantes de órganos fabricados con dichas células madres.

Todos recordamos el caso de Bartolo Colón, que gracias a células madres pudo retornar a las grandes ligas y como lanzador, lograr un millonario contrato cuando todos entendían que estaba
acabado.

Roitberg nos ha regalado una visión de presente y futuro de lo que las generaciones actuales y futuras viviremos, en muchos casos para mejorar la calidad de vida en otros para complicarnos.
¡Ya veremos¡

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