No solo fue que la pregunta del entrevistador -Huchi Lora- a un viejo y consuetudinario aspirante presidencial que, de repente, anda de “paños y manteles” con un nieto del sátrapa Trujillo, resultó fulminante, sino que, el susodicho empresario y político, quedó, literalmente, mudo.
Y la saga del lobby al nieto del sátrapa tiene varios capítulos. Uno de los menos publicitados, es la de su incursión en veladas, fiestas patrias y llamadas de marketing, en los Estados Unidos.
No obstante, lo curiosamente interesante es que el personaje no encaja en el fenómeno outsider de moda, pues, en la opinión de su primo (Nicolás Gabriel Trujillo, Listín Diario, 24 de marzo de 2018) lo define-retrata como alguien interesado en “….revivir lo peor de la dictadura para beneficio y alimento del propio ego….”; pero además, si observamos los casos clásicos de outsiders que han llegado al poder, vienen de trayectorias públicas bien marcadas: el primero, del mundo de los negocios y el espectáculo; y el segundo, de una mezcla de burócrata, intelectual y aficionado al arte. Mientras que, el nieto del sátrapa, si acaso, llega a pésimo sofista en vía contraria -llámese, embaucador- o, como mejor lo ha definido, cual psiquiatra, su primo, Nicolás Gabriel Trujillo, en el referido artículo de opinión (O el mismo texto, algo más descriptivo, sobre las “…muchas sombras en su recorrido vital…”, que se colgó en un blog).
Sin embargo, la poca o mucha atención que el susodicho personaje pueda concitar –y ojalá presten oídos las jerarquías de los partidos-, no deja de ser otro síntoma del descrédito de la clase política -que es universal (una idea-ilustración, al respecto: “El fin del poder” de Moisés Naím)-, el déficits de democracia interna en los partidos -que fosiliza esos “aparatos” y castra los liderazgos en ciernes-, el flagelo de la corrupción pública-privada, las reformas políticas-electorales pendientes, el “motoconchismo político” o clientelismo político, la inseguridad ciudadana, la inequidad en el sistema judicial y el sesgo-cooptación política-fáctica en su conformación; sin obviar -en el contexto sociopolítico actual-, la efervescente plataforma -política-ideológica- de una minoría ultranacionalista-ultraconservadora cuyo discurso político-mediático, quiérase que no, le facilita, al nieto del sátrapa, su activismo-exhibicionismo -por demás, retrógrado- puesto que se empina-inspira en un populismo-nacionalismo de solapa chauvinista -¡y “50 millones$”, ¿será su “oferta programática”?-.
O quizás -para el caso-, valdría citar a José Saramago cuando escribió, con certeza inequívoca -El viaje del elefante-, que “El pasado es un inmenso pedregal que a muchos [-sobre todo, a los trujillistas-neotrujillistas] les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara…”.