En julio pasado el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) decidió, después de una serie de investigaciones y de auditoría oficial, bloquear de la nómina unos tres mil docentes. Estos docentes, de acuerdo al MINERD, estaban ausentes de sus lugares de trabajo o no cumplían con las funciones asignadas.
Obviamente, no se hizo esperar la reacción de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), y comenzaron a organizarse, en diferentes lugares del país, manifestaciones y llamados a paros, desde el mismo inicio del año escolar. Posteriormente, se articuló una comisión mixta con directivos de esta asociación y del MINERD a fin de esclarecer los casos de manera individual y así, reponer en nómina los docentes que apliquen.
Si bien es cierto que valoramos la función de defensa de la ADP a sus afiliados, también debemos reconocer la gran oportunidad que se nos ofrece para transparentar las situaciones dolosas que todos conocemos sobreviven en la escuela. En artículos anteriores, denunciamos la indeseable práctica de sustitutos en la labor docente, porque los maestros nombrados oficialmente están trabajando en otro lugar, público o privado, están residiendo en los Estados Unidos, o simplemente son activistas políticos, y están entretenidos en sus otras funciones. Lo bochornoso de la práctica es que el sustituto “nombrado”, por un acuerdo verbal entre las partes, muchas veces no tiene la calificación requerida para el puesto, amén a que está muy desmotivado porque apenas recibe una proporción del salario real devengado por la posición. Esta práctica tan popular, como ilegal, aborta las metas de calidad de la educación que hemos pautado como sociedad, y más aún, el compromiso de transparencia en la función pública que los mismos ciudadanos hemos estado reclamando.
Se hace necesario que, en esta coyuntura, la ADP demuestre su evolución social, su liderazgo transformacional, comprometido con este proceso de reforma, y participe objetivamente en esta comisión. Asimismo, es importante que los directivos intermedios del sistema, directores de centros, directores distritales y regionales, cuiden la escuela, y denuncien, por los mecanismos habilitados para esos fines, los maestros ausentes o incumplidores; no seamos eslabones de esta cadena de complicidad.
Estamos a veces tan ocupados en la macro corrupción, que no miramos el entramado de la micro corrupción que afecta nuestra cotidianidad, y que también nos impide tener un mejor país.