El Estado ha pasado por diversas etapas históricas, evolucionado hasta convertirse en la categoría y poseer las características actuales. Debe su existencia a varios factores, entre estos, la necesidad de protección del hombre primitivo.

Quizás, cuando surge la división de la sociedad en clases y un grupo de hombres se apropian del excedente producido por el trabajo ajeno, aumentando las contradicciones sociales internas, hizo del Estado una necesidad.

El primer conflicto del homo sapiens para sobrevivir fue con la naturaleza, para dominarla. Mientras aumentaba su desarrollo cerebral, creó y utilizó herramientas que le permitieron explotar la tierra y con ello surgió la agricultura, que vino a convertirlo en un ser sedentario y progresivamente condujo a la generación de excedentes en los productos. Esa nueva realidad posibilitó la aparición de la propiedad y la creación de riquezas, forzando la aparición de reglas de convivencia tanto a lo interno de estas primitivas sociedades como para determinar su relación con otros grupos sociales, así nacen las clases sociales, se establecieron relaciones de poder y empezaron a sentarse las bases de un Estado primitivo.

Definir el Estado es casi tan difícil como datar la fecha exacta de su nacimiento, incluso el afianzamiento del concepto fue históricamente muy lento. Sartori, en “La democracia en 30 lecciones”, nos dice que: “La palabra Estado se vuelve importante y necesaria sólo cuando empieza a designar una presencia estructural del poder político y un control efectivo de esa entidad sobre todo un territorio sometido a su jurisdicción. Para llegar a eso hay que esperar al siglo XIX; y es sólo con la Primera Guerra Mundial cuando el Estado que nosotros conocemos, el Estado como complejo y vastísimo conjunto de mando, administración y legislación, alcanza su plena madurez”, (p.58).

Quizás quien usa por vez primera el término con las implicaciones modernas del mismo es Nicolás Maquiavelo, cuando en la parte introductoria de “El Príncipe” afirma que: “Todos los Estados, todos los dominios que han tenido y tienen imperio sobre los hombres, son repúblicas o principados”.

Políticamente el Estado se define como una forma de organización social con personalidad moral y jurídica, independencia interna y externa y poder coercitivo que ejerce la autoridad en un territorio determinado a través de órganos creados al efecto, en procura de obtener el bien público. De aquí preceptos claves para entenderlo y que forman sus elementos constitutivos, tales como: soberanía, nación, territorio, legitimidad y poder.

El Estado debe tener cuatro pilares sobre los que descansa su unidad: a) La economía, que se encargará de la reproducción material de bienes y servicios. b) Debe tener el sistema normativo de la reciprocidad, al través del Derecho. c) Debe tener una identidad compartida que será el sistema cultural de identidad. Y d) Unas metas colectivas con la condición coactiva del cumplimiento de esas normas, al través de la política (Pablo Iglesias et al, p.21).

Conceptualmente muchos filósofos, políticos, sociólogos y economistas han contribuido a la concreción del concepto, de lo que hablaremos en futuras Pinceladas.

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