El país quiere que la instrucción pública se desarrolle, y se difunda hasta ponerla al alcance de todas las clases de la sociedad; y esta pretensión, y este querer están muy puestos en razón.
Ulises Francisco Espaillat
Además de un derecho humano básico, la educación es condición esencial para el bienestar humano de hombres y mujeres, así como para el desarrollo integral y sostenible de los pueblos.
Precisamente una de las grandes preocupaciones del gran civilista y político Ulises Francisco Espaillat fue el tema de la educación tanto formal como política. Así como la idea de progreso era una constante en cada uno de los trabajos de Espaillat, la necesidad de educación de los pueblos del mundo para trillar el camino hacia la civilización tan ansiada, la falta de educación del pueblo dominicano, la precariedad del sistema educativo dominicano, la falta de preparación de los trabajadores de la enseñanza, también ocupaban un lugar preponderante en sus discursos.
Consideró que los conocimientos formaban parte del capital de una nación afirmando que era “cierto que, tratándose de individuos aislados, no puede asegurarse que las riquezas hayan de acompañar a los hombres de talento o instruidos, pero hablando de una nación, puede establecerse como axioma que si es ignorante no saldrá nunca de la miseria”.
Su visión positivista liberal se sintetiza en educación para salir de la pobreza, educación para gobernar el país, educación para alcanzar la civilización y el progreso. Frente a la realidad dominicana de una educación precaria, defendió que lo primero que debíamos hacer era invertir en educación, pues así podríamos recuperar nuestra inversión. No solo consideró que debíamos invertir en educación, sino que era el grueso de los recursos públicos los que teníamos que dedicarlo a este renglón por considerar que el verdadero progreso dependía del desarrollo cultural del pueblo.
Si seguíamos decía Espaillat, invirtiendo en armas y todo lo que se necesitara para librar o enfrentar las luchas armadas, el país seguiría autodestruyéndose y la pobreza aumentaría cada vez más. Defendió la idea de asegurar un personal docente idóneo pues a su juicio “el principal mueble en una escuela es el maestro”.
Analizando las preocupaciones de Espaillat y las descripciones sobre la situación precaria de la educación dominicana en su época, podemos decir que ciertamente la educación dominicana ha avanzado. El aumento de la inversión en educación con el 4%, el proyecto de la ampliación del proyecto de jornada extendida, el aumento significativo de la construcción de aulas y la campaña nacional de alfabetización son ejemplos significativos. Sin embargo, si bien es cierto que hemos avanzado también es cierto que están pendiente muchos problemas y desafíos para lograr alcanzar un sistema educativo nacional de calidad, que capacite para el aprendizaje continuo a lo largo de la vida, que propicie el desarrollo humano y un ejercicio progresivo de ciudadanía responsable, en el marco de valores morales y principios éticos consistentes con el desarrollo sostenible y la equidad de género.
Es necesario mejorar la calidad del aprendizaje de los estudiantes dominicanos a partir de la adecuación curricular pertinente en los diversos niveles y en la jornada escolar extendida para propiciar el desarrollo pleno y el ejercicio de una ciudadanía responsable. Los pobres resultados arrojados en la Primera Evaluación Diagnóstica Nacional para estudiantes de sexto grado de Primaria es una muestra de la necesidad de mejorar la calidad de los aprendizajes. En ese sentido, es necesario mejorar la calidad de la educación, la que se espera que impacte significativamente en los procesos de aprendizajes de los estudiantes, pero también en la gestión de los centros educativos, la gestión de las Regionales de Educación, en la gestión de los Distritos Educativos y la dirección de los programas orientados al cuidado de las personas con necesidades especiales.
Otro desafío es la formación continua de los maestros que permita una real profesionalización del docente, para garantizar que el gasto educativo sea cada vez más eficiente y eficaz y la promoción y consolidación de los mecanismos de participación de la familia y la comunidad en la escuela para garantizar una educación inclusiva, equitativa y participativa.
Según Espaillat los políticos se habían opuesto al desarrollo de la educación, consciente de que se sustentaban en la ignorancia del pueblo. Convencido de que en la mayoría de los casos las masas se movilizaban en torno a la voluntad de un caudillo por pura ignorancia, Espaillat consideró que no había otra salida que su educación política para poder superar esa conducta. Consideraba que el pueblo dominicano necesitaba de una amplia y profunda dosis de educación ciudadana, para ver si con ello abandonaba su conducta de seguir ciegamente a los caudillos de turnos, a esos agitadores políticos que buscaban obtener apoyo irracional e inconsciente de ese grupo de hombres y mujeres que le seguían sin preguntarse hacia donde iban y por qué lo hacían.
A 143 años de la juramentación de Espaillat como presidente de la República y a 141 años de su muerte existen deudas pendientes con la educación política y ciudadana. La existencia del clientelismo, la inversión de los valores políticos, la corrupción, la violencia, el irrespeto a las leyes, la indisciplina vial y la contaminación ambiental constituyen ejemplos de la necesidad de formar ciudadanos críticos y responsables. La democracia se fortalece con una ciudadanía crítica y dispuesta a luchar para defender sus derechos y a cumplir sus deberes.
La escuela debe formar ciudadanos libres, autónomos, críticos, responsables, honrados, trabajadores, capaces, tolerantes, comprometidos individual y socialmente con la mejora de la sociedad, formar ciudadanos críticos que nos permita avanzar en el fortalecimiento de la convivencia social, la ciudadanía y la democracia. Así como Espaillat hablaba de una educación política y ciudadana hoy es necesario la construcción de una ciudadanía en la que se respeten los derechos de los demás y se ejerza la libertad con responsabilidad dirigida al bien común, una ciudadanía comprometida con la solución de los problemas que afectan nuestra sociedad y con la promoción de los valores y las normas sociales.
Finalizo señalando que la importancia que le atribuye Espaillat a la educación en el desarrollo de los pueblos y su visión de la educación política y ciudadana nos permite afirmar que las injusticias, la exclusión social, la desigualdad, la pobreza, la corrupción, la impunidad, la contaminación ambiental, violencia, feminicidio, narcotráfico, delincuencia, el personalismo, las prácticas caudillistas y el mesianismo político, no tienen espacio dentro de una sociedad con una educación de calidad y construida en base a una ciudadanía responsable.