¿Y qué tiene que ver Trump y el Rey emérito con la reforma fiscal en la República Dominicana?
La respuesta es que las tributaciones al Estado son un problema de carácter universal; es decir son común a todas las naciones del mundo y mucho que hay que aprender de las experiencias propias y ajenas si se pretende arribar a una efectiva reforma fiscal.
Sólo verificar que en España y en la principal potencia del mundo y una de las democracias más sólidas como EEUU figuras del Estado de la principalía de Trump y el Rey emérito lo han defraudado en el cumplimiento de tan importante deber ciudadano. Un deber ciudadano que en la medida en que todas y todos cumplen con sus responsabilidades, es la vía para que el Estado pueda dar respuesta a requerimientos o necesidades que no excluyen a ninguna ciudadana o ciudadano. La actual pandemia ha demostrado como nunca la trascendencia del Estado que está en la facultad de acudir al auxilio de todos sin distingos de fortunas, nivel de pobreza, sexo, raza, simpatía política o religión.
De los principales desafíos de la reforma fiscal está el elevar los niveles de control para que nadie pueda evadir y sobre todo aquellos que más tienen y pueden.
A partir de lo dicho procede de decir en qué consiste la referencia a Trump y el Rey emérito.
Sucede que esos dos personajes fueron capaces de lo siguiente. Sobre Donald Trump-además muy rico como se sabe- se ha documentado que tiende a eludir el pago de impuesto sobre la renta al grado de aportar a nivel federal solo 750 dólares en 2016, menos de lo que seguro pagó en ese tiempo un empleado privado dominicano residente en el barrio Capotillo. El rey Juan Carlos I de España, hoy rey emérito, engañó por años al Estado en cuanto a pago de impuestos y hace cuatro semanas saldó un pago atrasado de 4.4 millones de euros en el interés de evitar otras complicaciones de su ya complicaba vida pública que lo ha llevado a refugiarse en los Emiratos Árabes.
Esas referencias demuestran el gran desafío de la reforma fiscal en la República Dominicana en cuanto a que se actuará a partir de su aprobación sin privilegios. Que el ciudadano humilde que tanto tributa al Estado con solo comprar en colmados o supermercados pueda estar confiado en que los que más pueden y tienen, también cumplan con la ley.
No será fácil; pero sin esa como una de sus principales garantías, poca credibilidad tendría la reforma fiscal.