Nuestro sistema de partidos, después de entrar en crisis doctrinaria-ideológica -por abandono-extravío y descrédito de sus cúpulas o jerarquías- viene protagonizando, de un tiempo a esta parte, una ola migratoria -transfuguismo- cuyo común denominador es la transversalidad partidaria en su dinámica y erupción. Y es un fenómeno que no es nuevo, aunque sí comporta un rasgo, si se quiere, sintomático: se está dando en líderes y figuras políticas tras la consecución de agendas personales, transacciones o claudicaciones -tras bambalinas- y aspiraciones eternas…
Y ya no se trata del clásico brinco de un partido a otro, de algún dirigente o “saltapatrás”, sino la expresión abierta de mercado persa o bazar de campaña donde se exhibe y vende todo tipo de especímenes políticos bajo el prisma de las más risibles ofertas: a) viejos zorros -huyendo de sus sombras o estelas ilícitas-, b) políticos de derecha -que hicieron “acumulación rápida de riquezas”- enarbolando discurso-renuncia de izquierda (¡Por favor!); y c) el Morrobel de Freddy Beras Goico, de agenda unipersonal, sinceridad confesa y tres pica-pollos…
Si no estamos presenciando el fin del sistema de partidos, estamos ciegos o somos parte del carnaval. Y así, a nuestra frágil democracia le será difícil, por no decir imposible, hacer la tarea de institucionalizar el país . Aunque algo bueno: ya nadie podrá alegar ignorancia o que votó por un desconocido…..
Y si algún reto o incógnita tendrán las próximas elecciones de 2024, será el de confirmar-levantar el acta de defunción del sistema de partidos tradicional para anunciar, lamentablemente, el triunfo de las figuras y las agendas personales. Quizás, visos de partido, aunque con sus falencias internas, quedan aún en el PLD. Habría que ver si su virtual candidato -Abel Martínez- marca el ritmo y rompe las tendencias de las agendas personales….
Quién lo iba a creer: que del otrora referente político-electoral de los partidos, pasaremos al mercado persa de variopintas figuras y agendas. Triste realidad: la reafirmación del Balaguer “escuela política” y su discipulado.
Ojalá; y muy a pesar de todo, nos libremos de los liderazgos de larga gravitación en medio de la fragmentación del voto -como se vislumbra- y el sinnúmero de agendas políticas que amenaza y pone en jaque una frágil democracia y un sistema de partidos que ya no aguanta más descrédito ni remiendo.
Y me perdonan el pesimismo -que no es tal, sino realidad dura y sin maquillaje-, pero estamos hartos de tantas “figuras” vendiéndose, cual baratijas y ofertas trasnochadas, a la franca. Imagínense: por ahí anda una figura hablando de socialismo, luchas sociales y otras vanilocuencias, en boca suya, después de pasarse 20 años disfrutando de la ”dolce vita” -¡vaya caricatura insultante de Gramsci!- con praxis de derecha. ¡Qué timbales..!
Mientras, el panorama político-electoral actual sigue su agitado curso: agendas personales, aspiraciones sin contenidos-propuestas y liderazgos repetidos que se resisten a salir de escena. ¡Oh, Dios!
En fin, entre nosotros, nada caduca y lo demás es reciclaje…