Muchas situaciones cotidianas revelan la ignorancia que existe en nuestro país en materia de educación sexual y la necesidad urgente de encarar esta deficiencia de forma seria y sincera para evitar embarazos no deseados que en muchos casos perpetúan los patrones de pobreza y también la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
Son varios los estudios recientes que revelan la triste situación de que en República Dominicana la edad promedio en que las jóvenes inician su vida sexual es de apenas 15 añitos, existiendo muchos lamentables casos de niñas que inician a los 12, 13 y 14 años de edad. Esto, que es penoso pero que es al día de hoy una realidad, en lugar de ignorarse y manejarse como un tema tabú por los condicionamientos sociales existentes (combinados con una dosis de hipocresía consistente en un “no sé si se hace o no se hace, pero no se dice”), debe enfrentarse con el pragmatismo que se necesita para poder tomar medidas preventivas eficaces.
Es imprescindible la concienciación desde escuelas y colegios a los y las jóvenes y sus familias sobre las consecuencias de una relación sexual no protegida, pero también es importante explicar en detalle las distintas formas de protección que existen en la actualidad y que permiten evitar estas consecuencias con relativa facilidad. Ignorar el tema por vergüenza, creencias arrastradas por décadas sin cuestionamientos o simplemente porque “esa tecla no se toca” sólo asegurará que serán muchos los casos lamentables, situaciones con altos riesgos para las vidas de madres e hijos, una pobre calidad de vida con pocas posibilidades de progreso para aquellas familias en las que los embarazos lleguen a término y por supuesto la proliferación de graves enfermedades que como el HIV/Sida o el Virus del Papiloma Humano (VPH) que están causando estragos en el país y su transmisión cada año parece ir en aumento.
Es tiempo de aterrizar, de ser más realistas y desmantelar ese cuasi fundamentalismo moralista que por tantos años ha preferido ignorar el abordaje más sincero de este problema y por ello ha impedido resolverlo, pero no acabando con una vida que inicia, sino garantizando la información necesaria para trabajar en la prevención.
La adecuada educación sexual es una necesidad imperiosa y postergarla no es sólo una muestra de la mentalidad del subdesarrollo, sino que sin dudas garantiza la proliferación de situaciones que se han ido superando en países avanzados gracias a un manejo más objetivo.