No creo que exista dominicano que haya viajado a Estados Unidos o dominicanos residentes en ese gran país que a su regreso de vacaciones no hayan comprado juguetes para sus hijos y nietos en esta tradicional cadena.
Fundada en 1948, por Charles Lazarous, como una tienda de muebles para niños; agregó en 1957 los juguetes que millones de niños han disfrutado. Con 800 tiendas en los Estados Unidos y otras 800 más en diferentes partes del mundo, este icono de la felicidad de los menores se ha declarado en bancarrota.
En febrero de este año, TOY’S R US entró en un proceso de administración, paso anterior para declarar la quiebra total, poniendo sólo en Estados Unidos en riesgo de perder sus empleos a más de 3000 empleados.
El avance de Amazon, empresa a la que todos debemos reconocer su enorme capacidad de innovación, dueña ya no sólo de una parte importante del mercado mundial de cualquier producto, es a la vez propietaria de una enorme empresa de tecnología que tiene como reto hacer más eficientes y automatizados sus procesos, utilizando en muchas de sus operaciones robots.
No falta mucho tiempo que no sólo se utilicen robots en las operaciones de empaque de Amazon, pronto utilizarán la tecnología de los drones para sustituir a UPS, FEDEX y otras empresas de envíos de paquetes.
La quiebra de TOY’S R US ha impactado de tal forma, que un grupo de inversionistas se ha propuesto recaudar un billón de dólares para mantener en operaciones la empresa.
¿Cuál es el futuro de las empresas que venden al detalle? Los consumidores cada vez más aprovechan la facilidad de comprar por internet, muchas veces sin pensar que una tecnología que no podemos descartar, está dejando sin empleos a miles de personas y que podría ser perfectamente una de las que compran en línea la que pueda quedar sin trabajo.
Pero de TOY’R US hay que aprender lecciones porque las consecuencias de su cierre es resultado de la competencia desleal que significa Amazon y que el propio presidente Trump, reconociendo el riesgo que implica para el empleo, ha advertido que impondrá impuestos, especialmente, ya que no paga locales confortables, que sus almacenes no sirven de lugar de recreación, que sus clientes no pueden usar sus locales para caminar y reunirse con amigos y donde indudablemente los costos son más bajos porque el valor de un almacén siempre será mucho menor que el del local de una plaza comercial.
Para la analista de ventas al detalle, Kate Hardcastle, hay cinco motivos por los cuales esta popular tienda de juguetes está pasando por esta penosa situación.
Las compras de juguetes las hacían los baby boomers, llamados a este grupo los nacidos después de los años 40 hasta finales de los 60, que entendían que el mundo cambiaría con el tiempo, con poder adquisitivo para comprar en tiendas que vendían muñecas, superman o el hombre araña. Ese es un concepto que ha cambiado con los milenios, los que en la actualidad buscan otro tipo de entretención de tipo tecnológico y pueden bajar un app de su ipad con miles de aplicaciones.
La fidelidad ha cambiado, ya no es a una tienda sino a una marca y se compra donde quiera, lo cual ha sido un reto para esta cadena de juguetes.
La señora Hardcastle, con mucha razón dice que a estas tiendas les han faltado imaginación y drama. Eso sucede no sólo con esta cadena, lo vemos en muchas otras que mantienen viejas prácticas que no atraen al cliente, que la atención a los mismos es pobre, que la variedad de productos es poco llamativa y aún algunas mantienen una práctica odiosa de tener alguien en la puerta revisando los paquetes del cliente luego de este haber pagado, lo que se considera poco ético.
Nuestro país no escapa a esta tendencia, con un agravante mayor y es la facilidad que tienen nuestros consumidores de adquirir bienes por internet, libre de impuestos. Una facilidad a la clase media que está agobiada de impuestos y deficientes servicios, pero que coloca en una situación de riesgo el negocio del detalle, sus empleos y las enormes inversiones en centros comerciales.
Todo esto significa un reto, donde la innovación de los productos, formas atractivas de atraer la fidelidad del cliente, tienen una importancia fundamental para la supervivencia de este importante sector y la necesidad de una política que también beneficie a los clientes que compran por debajo de 200 dólares para que tengan los beneficios de los que compran por internet y no se convierta en un privilegio irritante contra los que contribuyen con los empleos y la economía.