Philip George Zimbardo, psicólogo norteamericano, en 1969 realizó, un interesante experimento en la Universidad de Stanford, dando origen a la llamada teoría de las ventanas rotas, desarrollada en los 80 por los criminólogos James Wilson y George Kelling. Se dejaron abandonados, en dos lugares distintos, igual cantidad de vehículos similares en marca, color y modelo. El primero fue estacionado en el Bronx, considerado entonces, pobre y marginado. El segundo en un barrio rico y tranquilo de California.
El primer vehículo fue saqueado y a pocas horas quedó, prácticamente, en el chasis. El segundo, no fue ni siquiera tocado. Sin embargo, pasada una semana, se procedió a romper uno de sus cristales e inmediatamente se desencadenó sobre él un saqueo idéntico al ocurrido con el primero dejándolo igual que aquel.
El experimento dejó en claro que el delito no tiene su génesis en la pobreza. Sino que está vinculado con la psicología y con las relaciones sociales del hombre.
La teoría, desde el punto de vista criminológico, concluye que aquellas zonas descuidadas, sucias y desordenadas son más propensas al delito. Señalan sus autores que “… no controlar ciertas conductas conduce… al colapso de los controles comunitarios. Un barrio estable de familias que se preocupan por sus hogares y por los hijos de los demás, …. puede convertirse, …en una selva inhóspita y aterradora. Si una propiedad es abandonada, y se le deja crecer el pasto, si una ventana está rota…”
Las ventanas rotas, como teoría, fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York con el combate del graffiti y de la suciedad de las estaciones y de la evasión del pago del pasaje, entre otras medidas.
Más tarde, en 1994, el alcalde Guiliani, impulsó la llamada “tolerancia cero” que buscaba evitar cualquier clase de transgresión a la ley.
Aun cuando este programa pregonaba que la intolerancia no era contra la persona que comete el delito, sino contra el delito mismo; en la práctica permitió un aumento del autoritarismo y de la represión que dista mucho de la idea de prevención y de promoción de condiciones sociales de seguridad que la inspiró.
Las ventanas rotas, como teoría, no propicia el linchamiento de los delincuentes, ni fomenta el abuso policial sino lograr comunidades limpias, ordenadas y respetuosas de la ley.