Trump sabe que el estadounidense vota por el bolsillo; prometió riqueza imponiendo aranceles, pero ante el temor colectivo por las pérdidas en las bolsas y la disminución del valor en los títulos de deuda estadounidense, dio marcha atrás en su guerra económica contra China. Ha tratado de maquillar lo sucedido dando una pausa de 90 días sin reconocer que se equivocó. Ha roto la confianza de los inversores, de los países socios comerciales y se posiciona como un interlocutor no confiable. ¿Qué pasará ahora?, los inversionistas necesitan sentirse seguros y el imprevisible Trump no le da garantías a nadie. Ahora crece el temor de una posible desaceleración económica mundial.

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