Siempre he recibido quejas por algún comentario en los últimos 37 años de trabajo, pero ahora las recibo con un nuevo elemento: Algunas personas no entienden nada, los puedo alabar y ni así entienden. Si se les crítica, tampoco entienden. Antes, la incultura era una vergüenza, ahora se presume de que no hay interés por leer nada, ni por superarse. Vargas Llosa le llamó a eso “La civilización del Espectáculo” alertando sobre la creciente banalización de la política con candidatos ‘light’, ligeros o fáciles que no entienden su historia ni su cultura. Solo se concentran en la mercadotecnia que les dice cómo vestir “chulos”, y hablar “bonito” pero, desconocen la coyuntura internacional.

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