Abinader es el presidente que más poder ha tenido después de la dictadura, sin embargo, ha hecho un uso racional de ese poder y llegó incluso a evitar imponerse en algunas decisiones, lo que evidencia su vocación democrática. Los problemas que tiene RD son los mismos de hace 50 años y no los creó Abinader, ni su gobierno ni su partido. Pero, al prometer “un cambio” se le exige la solución de problemas que no puede atender por falta de presupuesto, por situaciones externas y compromiso con el PRM, en momentos en que la oposición se fortalece al darse cuenta de que el Gobierno es el “blanco perfecto” porque una mala gestión deja con baja posibilidad al candidato oficial, lo que acelera la campaña.