Ser madre podría ser definido como uno de los roles más especiales que tenemos las mujeres; sin embargo, es un camino lleno de retos y frustraciones. ¡Sí! frustraciones, aunque las personas crean que una mamá no puede permitírselo.
Al hablar de frustración nos referimos al sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo planteado, y resulta que las madres empezamos a planear toda la vida de nuestros hijos desde el instante en que los sabemos en nuestro vientre.
Así que las frustraciones empiezan desde entonces. Si el alumbramiento resulta con cesárea y no natural como lo queríamos, sino pudimos lactarlo por el tiempo ¨correcto¨, o si simplemente no logramos que duerma solo.
Y es que la sociedad ha establecido estándares hasta para la maternidad, y de repente puedes toparte con alguien que te diga que, si cargas mucho a tu bebé lo crías débil, mientras otra persona te dirá que esto fortalece sus lazos.
En base a lo que has vivido, escuchado o leído, planeas un modelo de crianza que cuando no resulta o tiene fallas genera frustración, ¿y sabes qué?, esto es totalmente NORMAL.
Frustrarse es natural del ser humano, y las madres no están exentas, no tenemos que tragarnos esta respuesta emocional solo porque somos mamá. Tenemos el derecho de llorar, de rabiar e incluso de querer un día sin nuestros hijos para drenar emociones.
Me vi una vez teniendo que encerrarme en el baño para llorar sin que mi hijo se diera cuenta, solo porque no lograba entender cómo es que no había logrado aun que fuera al baño solo (sí, una tontería, solo porque según yo a esa edad ya el sabría hacerlo), luego salí, lo abrace y jugamos como siempre. Pero esos cinco minutos de llanto fueron liberadores.
Solía sentirme mal y mala madre siempre que lloraba o explotaba, hasta que entendí que esto es natural e incluso necesario.
Descubrí que mi mecanismo de drenaje de carga es el llanto, me libera, me calma. Así que siempre que siento hacerlo lo dejo salir, si puedo llamar a alguien y desahogarme también lo hago, y no siento que soy una carga para mis amigos o familia solo por desahogarme.
Conforme pasa el tiempo voy descubriendo que mi hijo no necesita una madre perfecta, sino una que lo ame y sea humana, imperfecta pero que no abandona. Tan fuerte y frágil a la vez, tan normal.