Esta semana ha sido de llanto y dolor para muchas familias que han perdido sus seres queridos como consecuencia de hechos violentos.
De manera particular resaltan varios asesinatos de mujeres cometidos por sus parejas o exparejas, y todas ellas menores de 35 años de edad. Este delito precisamente se ha convertido en la principal causa de muerte de las mujeres en nuestro país, y aunque en los últimos tres años las cifras estaban mejorando, estos 7 meses no indican buenas proyecciones para este 2021.
República Dominicana sigue siendo el lugar del Caribe con mayor cantidad de crímenes de este tipo según varios informes internacionales como el que rutinariamente elabora el Centro Reina Sofía denominado “Violencia contra la mujer en las relaciones de pareja”. La pasada década fue la más sangrienta para las mujeres dominicanas y hay que evitar una involución en los pequeños avances que el país ha tenido en este tema.
El impacto de esto es serio y abarcador, ya que no solo acaba con la vida de las mujeres sino que destruye familias, situación favorable para que se perpetúe la pobreza y caldo de cultivo para que prosperen inclinaciones a prácticas delincuenciales.
Por ello se necesita más atención de todos los sectores de la sociedad y disposición de tomar nuevas medidas urgentes, como la definición de una más política concreta y protocolos adicionales de actuación, la creación de más casas de acogida para mujeres maltratadas y el desarrollo de programas más abarcadores para concienciar a agresores y potenciales agresores. Además, se requieren más centros por provincia para atender los casos y que trabajen las 24 horas, ya que la mayoría de los asesinatos de mujeres ocurren precisamente en la madrugada.
Pero aún más importante es la necesidad de educar a una población machista en la que existe una permisividad social al maltrato a la mujer, reflejada incluso en el trato discriminatorio que reciben muchas mujeres cuando presentan sus denuncias, y en los pocos casos que llegan a los tribunales, las leves condenas que imponen algunos jueces.
La mejor muestra de que si el Poder Judicial en sentido amplio jugase un rol más activo más muertes serían evitables, y es que en muchos casos de mujeres asesinadas se ha confirmado que las mismas habían dado a las autoridades una voz de alerta que fue ignorada.
Y casi siempre la justificación de esta pasividad es que “en pleitos de marido y mujer nadie se debe meter”, frase absurda por la cual hay tantas mujeres maltratadas y asesinadas.