Las elecciones presidenciales y congresuales de este año 2020 en República Dominicana, marcadas por un referente cargado de incidentes electorales y partidarios, más la suma de una crisis sanitaria derivada de la pandemia del COVID-19, ha dejado lecciones que deben ser asumidas como enseñanzas para la clase política, sobre todo, para el liderazgo que representa cada organización.

La sociedad pasa factura

La primera enseñanza es que la sociedad pasa factura cuando los límites del poder se rebasan. Así quedó demostrado este 5 de julio: la población no votó sólo por sus simpatías por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), sino que ejerció un sufragio de castigo contra el partido gobernante que ahora debe reflexionar sobre una derrota que pasó de ser mayoritario en el Senado, a tener menos curules que los opositores.

El rechazo de la mayoría de los dominicanos hacia todo lo que representaba el partido oficialista, era evidente no solo en las calles: ¡Las redes sociales fueron implacables!

Ninguna casa dividida prospera

La segunda enseñanza es clara, ninguna casa dividida prospera. La historia enseña cómo las divisiones partidarias debilitan a las organizaciones, disgregan sus estructuras y dan paso a nuevas fuerzas que terminan absorbiendo a la militancia del partido que dejaron atrás. Solo habría que mirar el espejo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), hoy desplazado a un cuarto puesto en la preferencia del electorado, ya que tras una ruptura, sus viejos dirigentes pasaron a formar filas en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), que tras este proceso electoral, es la principal fuerza política.

Todo es transitorio

Una tercera enseñanza es que ¡todo es transitorio! y ojalá así lo entendieran los que tienen el favor del pueblo para ocupar un puesto público. Ni los cargos, ni las funciones, ni el poder son eternos, pero hay quienes se aferran tanto a estos elementos coyunturales, que obnubilados por “la gloria” del momento, pierden la brújula y arrastran a todos los cercanos.

No hay perdón para los traidores

El pueblo no perdona las traiciones, deslealtades e ingratitudes. Así se pone de manifiesto en conversaciones, expresiones y diálogos cotidianos. La sociedad aprovecha procesos electorales como estos para expresar su descontento en las urnas a modo de castigo. Esta sería una cuarta lección que ningún político, sobre todo en pleno ejercicio del poder, debe olvidar.

El dinero no lo compra todo

Algunos en el poder se equivocan en esto: ¡el dinero no lo compra todo!. Un valor como la dignidad se puso de manifiesto en este proceso electoral. Habría que señalar que el partido oficialista jugó a creer que podían retener el poder vía el poder mismo, valga la redundancia, y no fue así. La historia nos recuerda que esa respuesta fue dada al expresidente Hipólito Mejía cuando intentó reelegirse. Hoy fue dada al Partido de la Liberación Dominicana.

Todo cambia

“Todo cambia”, como reza el título de la canción escrita por el chileno Julio Numhauser en 1982, y que magistralmente interpreta Mercedes Sosa y, para cerrar con la sexta enseñanza de este proceso electoral en República Dominicana, cito una de esas estrofas: “Cambia lo superficial; cambia también lo profundo; cambia el modo de pensar; cambia todo en este mundo”.

Esta pandemia del COVID-19 cambió el modo de hacer política en el contexto actual, pero también este proceso, mostró cómo en cualquier momento el subestimado puede transformar su naturaleza ante lo inevitable… y ganar perdiendo.

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