En marzo el presidente Abinader anunció un incremento “muy significativo” de un 19% en el salario mínimo para gran parte del sector privado, del cual un 15% se aplicó a partir de abril pasado, y un 4% entrará en vigor en febrero de 2024.
Siempre hemos apoyado los acuerdos para mejorar los ingresos de los trabajadores, por lo que saludamos este acontecimiento, y abogamos para que el entendimiento entre trabajadores y empresarios, con la mediación del gobierno, siga formando parte del espacio de diálogo tripartito que hemos defendido como un valor consustancial de nuestra democracia.
No obstante, como lo acredita la Organización Internacional del Trabajo (OIT), observamos con preocupación que en los pasados tres años la participación de la masa salarial en el producto interno bruto (PIB) ha descendido sistemáticamente, -12.3% (2019-2020), -15.2% (2019-2021) y -27.5% (2020-2021), favoreciendo la participación de las ganancias en la formación del PIB.
Tenemos uno de los salarios mínimos más bajos de la región, y la participación de la masa salarial apenas se sitúa en torno a una cuarta parte del producto. Asimismo, cabe recordar que solo 49 de cada 100 ocupados trabaja en el sector formal, y de ellos, no todos ganan el salario mínimo.
Asumiendo que una política activa de salario mínimo se considera como una de las estrategias más eficaces para la superación de la pobreza, debemos cuestionar de qué manera los aumentos ayudarán a erradicarla. Debemos responder la siguiente pregunta: ¿con los actuales niveles de ingresos, en cuánto tiempo se podría eliminar la pobreza extrema y la moderada?
Para dar respuesta debemos asumir hipótesis y construir escenarios con diferentes tasas de crecimiento del ingreso de los hogares.
Fijando como referencia 2019, a partir de la Encuesta Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT) se estima que el ingreso per cápita de los hogares debería aumentar 11% cada año, en términos reales, para que en un periodo de 7 años sea posible erradicar la extrema pobreza. Es decir, lograr que todos los hogares de la patria tengan como ingreso mínimo por persona un monto equivalente al valor de la línea de extrema pobreza que se utiliza en las estimaciones oficiales.
Debido a que en los pasados tres años las familias se empobrecieron, cuando se utilizan los datos de la ENCFT 2022 el plazo se extiende un año más. Es decir, se requeriría un periodo de 8 años para eliminar la pobreza alimentaria.
Con el aumento del 24.45% en el valor del Índice de Precios al Consumidor, entre 2020 y 2023 (IPC), el ingreso de las familias no solo no ha crecido, sino que se ha deteriorado de manera muy importante. Por lo tanto, será imposible erradicar la indigencia en un periodo de 7 u 8 años.
En la medida en que el alza del ingreso per cápita real sea menor, el tiempo estimado para que desaparezca la extrema pobreza es más amplio, y podría extenderse por un periodo de 20 años o más, en la medida en que el aumento en el presupuesto familiar por persona sea menor o igual al 4% anual en términos reales.
Si como país nos propusiéramos eliminar la pobreza moderada, con un crecimiento real del 11% anual del ingreso por persona, se requeriría un periodo entre 73 y 78 años para alcanzar este propósito, según se fije como punto de referencia 2019 o 2022.
Esta realidad pone de manifiesto las disparidades que caracterizan el actual modelo de desarrollo, evidenciando las discrepancias en los ingresos que acumulan las familias dominicanas. Nos pinta de cuerpo entero como una sociedad poco solidaria con los que menos tienen. Una sociedad muy desigual que, a pesar de haber logrado largos periodos de bonanza económica ha sido incapaz de compartir con todos la prosperidad que se ha conseguido con el esfuerzo de todos.
Si como sociedad reconocemos que la pobreza extrema y las desigualdades representan un flagelo que debe ser desterrado con la mayor urgencia, estaremos de acuerdo en que el umbral del salario mínimo se debe fijar con criterios que promuevan la movilidad social, con el objetivo de que contribuya a erradicar la pobreza alimentaria en el menor tiempo posible. La probabilidad de que se reduzca la pobreza extrema se incrementa en la medida que se formaliza el mercado de trabajo y mejora el salario mínimo.
Urge diseñar políticas económicas con criterios de equidad que favorezcan la creación de empleos bien remunerados, con salarios suficientes y garantías sociales, y una estrategia para incentivar el tránsito de la informalidad hacia la formalidad. Para ello se requiere liderazgo y voluntad política y promover un amplio diálogo y consenso social. Hace falta un GOBIERNO que gobierne para todos. Con la fuerza del pueblo lo lograremos.
Fuente: Cálculos propios con base a l Encuesta Continua de Fuerza de Trabajo, BCRD.