Cuantas veces olvidamos que somos peregrinos terrenales, en deuda con el dador de los talentos, quien ha permitido que hagamos lo que hacemos y seamos quienes somos.

La Biblia enseña que “Dios dio dones a los hombres”, no para sí mismos, sino para el servicio del cuerpo.
Todo talento abre puertas, pero por alto que lleguemos, no se trata de atraer más gente hacia ti, sino de acercarte más a la gente, para darte mejor. Dios te ha otorgado cabeza de sabio para entender tu gente, corazón de oro para amarles y manos de seda para cuidarles.

No erremos el blanco, servir con sabiduría y gratitud es la única forma de hacerlo, de lo contrario escucharemos el dicho: “tu carácter te puede sacar de donde tu talento te puede llevar”.

Posted in Rosas para el alma

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