Cuando Dios nos lleva sobre sus alturas, las cimas de la tierra nos parecen cerros fáciles de escalar, la fe que mueve montañas ha removido nuestros cúmulos de dudas, desgastado temores y su palabra exterminó todo residuo del escabroso proceso. Pero cuando regresan esos tiempos desequilibrados, de altas y bajas, donde la existencia late débilmente, soltamos nuestro aliento en un intento por no colapsar. Sacar el ánimo para cada día es insostenible cuando al escalar sentimos que descendemos forzosamente. Sin embargo, te remontarás, el peso del proceso determina el contrapeso de tu bendición. Donde estás hoy no es un punto colgante en el horizonte, ni una cometa suspendida en un vaivén sin rumbo, es el paso de fe hacia la travesía para la cual Dios te señaló.
¡Estás ascendiendo!
Cuando Dios nos lleva sobre sus alturas, las cimas de la tierra nos parecen cerros fáciles de escalar, la fe que mueve montañas ha removido nuestros cúmulos de dudas, desgastado temores y su palabra exterminó todo residuo del escabroso proceso.