Acostumbrados al dicho “la costumbre hace ley¨, y presas fáciles de la implacable rutina, la fuerza de la cosmovisión y el peso de las cargas sociales, muchos quedan sujetos a un estado de “fe condicional”, una especie de credulidad que paga peaje ante la manifestación de un milagro. Ciertamente todos estos factores les llevan a echar raíces en un ambiente inhóspito para la libre expresión de la Divinidad, y les dejan arraigados al subsuelo como partes de un sistema que no resuelve lo extracurricular ni lo concibe. Cuando todos te digan “no es posible” pero tu corazón acepte que Dios tiene todas las posibilidades, es tiempo de secar toda raíz de impotencia y alzar el vuelo. No se trata de necedad; es la necesidad de alcanzar tu felicidad.