Aunque en gran parte de América Latina la malaria está en vías de eliminación y en algunos países como Cuba ya no existe, el aumento en varios países como Venezuela, Brasil, Ecuador, Nicaragua y República Dominicana pone en riesgo el objetivo de la Organización Panamericana de la Salud de erradicar la enfermedad para el 2030.
A pesar de que en nuestro país se produjo una reducción de los casos el año pasado, los datos de las autoridades de salud pública indican que en este 2019 se ha producido un rebrote.
Esto plantea la necesidad de revisar la vigilancia epidemiológica, evaluar el mecanismo de control de vectores que se está utilizando y fortalecer la línea de acción, integrando a los ayuntamientos por la conexión directa que existe entre falta de higiene y la propagación de enfermedades que se transmiten por mosquitos.
Resulta evidente que se requieren nuevas estrategias y hay ejemplos en el mundo que pueden servir como referencia para la creación de protocolos más adecuados de saneamiento, como las jornadas de aseo de patios llevadas a cabo en Paraguay o la recogida masiva de neumáticos y artefactos que puedan almacenar agua realizada en México.
Es esencial la concienciación de la población para que limpie viviendas y evite las aguas estancadas y sería ideal una labor conjunta entre las comunidades y las autoridades para la eliminación de criaderos con fumigación, con limpieza de cauces hídricos, con reparación de alcantarillados, con instalación de vertederos, con inspección de construcciones y de lugares abandonados y en general con medidas sencillas pero de real aplicación para combatir la malaria y otras enfermedades que, mientras el mundo avanza en tantos órdenes, constituyen una señal de atraso.
Por otro lado, especialistas han confirmado que la movilidad de las personas contribuye a diseminar la malaria y, partiendo de que en la zona fronteriza se ha detectado una mayor incidencia, son datos que se deben tomar en cuenta en el diseño de planes más efectivos para combatir esta y otras enfermedades del subdesarrollo que también han experimentado un ligero aumento en el país. De hecho, se ha confirmado que al menos 800 recientes casos en República Dominicana corresponden a asentamientos haitianos en distintos puntos del país incluyendo el gran Santo Domingo, lo que debe mover a considerar un cierre temporal de nuestra frontera por un inminente riesgo sanitario.