El 17 de diciembre del año 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró los días 25 de noviembre como el ‘Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer’. A pesar de que hoy, 19 años después, nos hemos acostumbrado a esa fecha, es importante recordar que la batalla para conseguir esa conmemoración internacional, se inicio en el 1981: 21 años después del asesinato de las hermanas Mirabal por órdenes de Trujillo en el 1960.
La resolución 54/134 que oficializó el día expresó que hay que reconocer que “la violencia contra la mujer constituye una manifestación de unas relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a que el hombre domine a la mujer y discrimine contra ella, impidiendo su adelanto pleno, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se reduce a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre”.
Las feministas alrededor del mundo agradecen mucho a sus pares dominicanas ya que éstas colocaron un tema crucial en los calendarios mundiales. El aspecto global que tiene la violencia machista contra niñas y mujeres conecta a la República Dominicana con todos los demás países donde esta aberración no solo existe, sino que parece exacerbarse. ¿Exacerbarse? Si, la cosa se pone peor. Una problemática mundial que ha mantenido a muchas feministas preocupadas son los abortos selectivos, en los que los fetos hembras están siendo descartadas en cantidades industriales. Estas bebés se consideran “desaparecidas” por causa de una preferencia, o llamémosle obsesión, con los bebés varones. Esta discriminación in útero está produciendo distorsiones demográficas de proyecciones alarmantes.
Los abortos selectivos ocurren cuando la pareja averigua el sexo de su bebé mediante un ultrasonido y aborta ese feto hembra.
Las investigadoras sobre el tema explican que, en la actualidad, la población mundial presenta de 117 a 126 millones de bebés hembras que han sido “desaparecidas” de esta manera. Usted dirá: “sí, pero eso no ocurre aquí”, y posiblemente tenga razón, pero, ¿podemos comprobarlo?
Escribo sobre este tema en conmemoración del 25 de noviembre, porque aparte de ser otra forma de violencia contra la mujer, la tendencia internacional es que este fenómeno se expande progresivamente y tenemos que estar pendientes. La investigadora Joni Seager acaba de publicar un libro titulado ‘El Atlas de las Mujeres’ en el que expresa que, en el año 1995, seis países presentaban un desbalance de sexo significativo, mientras que hoy son más de veinte países los que se enfrentan al “desaparecimiento” de bebés hembras prenatalmente, siendo Corea del Sur el único que ha conseguido revertir esta tendencia en los últimos 30 años.
Expresa la investigadora: “Es un tema que está causando disturbios sociales, porque hay sociedades que están siendo masculinizadas. Entre otras cosas, ésta escasez de mujeres está contribuyendo a que se incremente el tráfico y el secuestro de mujeres a nivel local y regional. Ahora que la tendencia es tener familias más pequeñas, la presión para tener varones acelera y las hembras son consideradas menos valiosas en términos económicos que los varones”.
¿Cómo es posible que esto esté empeorando? ¡El feminismo parecería estar en todas partes! Muchas personas hemos visto con agrado la reciente ola de mujeres electas al Congreso estadounidense. Este mismo año Islandia acaba de declarar la discriminación salarial entre hombres y mujeres como ilegal.
Recientemente, Beyoncé hizo una presentación super chévere en donde daba muchos golpes de cadera, mientras la palabra ‘FEMINISTA’ iluminaba el escenario de una gala de premios musicales. Las tasas de mortalidad materna están disminuyendo en casi todos los países del Norte Global (menos en Estados Unidos) y en República Dominicana parece que en el espectro político existe un consenso con relación a que la violencia contra la mujer es un problema de alta relevancia, lo cual es excelente.
Por otro lado, muchos países donde los gobiernos tienen en agenda que todos los 25 de noviembre hay que emitir comunicados “en honor a la mujer”, están trasladando ese sexismo que ya no puede ser tan público a los lugares más inalcanzables: los úteros. Ojalá que nadie se desmaye si les cuento que yo apoyo las tres causales del aborto en la República Dominicana, pero me interesa saber: si el aborto fuese legal en su totalidad, ¿tendríamos el mismo problema de fetos hembras “desaparecidas”? ¿Qué piensa usted? No temamos a las preguntas incómodas. Miedo debería darnos que esta tendencia global se empiece a desarrollar aquí y nos agarre en Belén con los pastores.
Hay algo muy raro que está pasando en estos momentos y me está dando malanoche. Actualmente Tasmania, entre otros países, debate una ley que permitiría dejar de monitorear el sexo biológico en las actas de nacimiento y demás documentos estatales. Recientemente, la Oficina Nacional de Estadísticas británica propuso lo mismo hasta que algunas feministas intervinieron y les hicieron recapacitar. ¿Por qué dar ese paso, a nivel global y justo en estos momentos, si es claro como el agua que nunca antes había sido tan importante contar con estadísticas confiables, transparentes e impenetrables, para poder dar seguimiento a la discriminación y desigualdad que sufren mujeres y niñas, a veces desde antes de nacer? ¿Qué se gana invisibilizando este asunto?
Afortunadamente, hasta el momento las estadísticas nos muestran que en la República Dominicana están naciendo muchas muchachitas. Mi observación rudimentaria es que desde el año 2001 hasta el año 2016, la tendencia se ha mantenido más o menos estable, pues suelen nacer de entre 3,000 a 4,000 más varones que hembras. Esto se puede deber a muchísimos factores, pero quizás el Estado debería buscar par de analistas para investigar a profundidad.
Esta tragedia global representa una advertencia sobre la importancia de desarrollar medidas de prevención tempranas y así evitar encontrarnos en una encrucijada similar. Podemos empezar reconociendo que las bebés son igual de valiosas que los bebés y fomentando una cultura en la que ellas puedan desarrollarse a plenitud. También podríamos dejar de decirle a las embarazadas que “ojalá que sea varón porque las hembras son demasiado complicadas” e ir trabajando en eliminar todas esas barreras estructurales que les ponen trabas a las niñas desde antes de nacer. ¿Quién diría que en el año 2018 tendríamos más formas de violencia contra la mujer, no menos? No hay tiempo para la desolación: lo que hay es una urgencia para erradicarla.
Aquí todas y todos podemos colaborar, ¿cómo usted quisiera contribuir?