Mañana se reunirá el Consejo Nacional de la Magistratura para poner en el certificado de elección a quien ocupara el cargo de nuevo procurador general de la República Dominicana; sin embargo, esta elección no deja de tener temas controvertidos cuando creemos que ya todo está terminado, y es que, si bien es cierto, por mi parte siempre he entendido que debe ser una terna, lo que no queda claro, ni en la Constitución, ni en la ley que crea el Consejo Nacional de la Magistratura, pero mucho menos en el Reglamento de aplicación, lo que sí entendíamos que estaba claro es que la propuesta o la terna presentada por el Poder Ejecutivo se presentaría a vistas públicas ante los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, por varias razones, las cuales no necesariamente jurídicamente comparto, una de ellas es el respeto y la solemnidad que se merecen todos y cada uno de los miembros del CNM; el país y la sociedad en sentido general, que ha estado pendiente de un proceso histórico y que creara un precedente respecto a la política criminal del Estado que nos atañe a todos los dominicanos.
La transparencia es uno de los cimientos de la independencia, que los ciudadanos podamos ser parte, valorar en cada dimensión el proceso, aun cuando no tengamos la más mínima posibilidad de incidencia, agrega valor al proceso, y nunca credibilidad de que el nuevo incumbente agradecerá a futuro.
Los nombres que se ventilan tienen capacidades sobradas para enfrentar cualquier escrutinio público de los miembros del CNM y de la sociedad en sentido general; sin temor a equivocarme, creo que sería difícil entre las hojas de vidas que se ponderan.
Ahora bien, yo, pero esa soy yo, soy más de hechos, preferiría que el CNM elija quien ocupe el cargo de procurador general de la República y en su primera semana revise el hacinamiento de las cárceles por el plazo vencido de prisión preventiva, los envejecientes y enfermos terminales, crear equipos de trabajo para instrumentar expedientes de forma integral y cumplir en debido proceso desde el inicio, y que empiece la nueva era del Ministerio Público.
No me cansaré de escribir que las actuaciones de un Ministerio Público -independiente- solo serán efectivas cuando los que ocupen dichas funciones se rijan por un conjunto de valores y principios que determinan el comportamiento judicial como son: imparcialidad, integridad, la diligencia, la igualdad, pero sobre todo, la competencia; y es ese conjunto de valores y principios los que se procuran tenga quien vaya a desempeñar la función de procurador(a) general de la República a partir del próximo viernes 21 de febrero, cuando sabremos quién es el nuevo incumbente que encabezará el Ministerio Público por los dos años de inamovilidad.
Solo hay que esperar que quien ocupe el cargo de procurador general de la República sea amante de los procesos constitucionales, que entienda que en la República Dominicana es imperante la necesidad de generar una independencia en las actuaciones jurídico-judiciales y que la lealtad a la Constitución y sus principios como instrumentos para la vida en sociedad sea el norte como Patria, independientemente de la forma de la designación de quienes desempeñes dichas funciones.
Como Patria, tenemos la oportunidad a través del Consejo Nacional de la Magistratura de culminar un proceso de selección de quien implementará la política criminal del Estado de forma correcta, pero, sobre todo, que enorgullezca a todos y cada uno de los dominicanos.