Si usted está leyendo este periódico, es muy probable que usted sea una persona adulta. Y qué bueno, porque en estos momentos se están desarrollando situaciones desconcertantes que requieren de pensamiento complejo.
En el centro de la disputa se encuentra una niña de siete años, llamada Elianny Núñez Camilo, a quien su papá llevaba y recogía todos los días del Centro Educativo Chiringo, en la comunicad de Chiringo del municipio Villa Riva, en la Provincia Duarte. Pero, el pasado jueves 1ero de febrero se tornó fatídico, porque la escuela no llamó al papá de Elianny para que la fuera a recoger temprano. Ese día se despachó al mediodía, debido a un llamado a huelga de la Asociación Dominicana de Profesores quienes protestaban contra el Ministerio de Educación.
Elianny, quien cursaba el primero de básica, se vio en la necesidad de volver a su casa junto con sus hermanitos (de 10 y 11 años) y eso implicaba cruzar la carretera Duarte que separa los municipios Arenoso y Villa Riva. En este tramo peligroso a Elianny la chocó una ambulancia. No murió inmediatamente. Al contrario, parece que la niña se aferró a la vida con uñas y dientes: sobrevivió el impacto y recibió los primeros auxilios en el Hospital Municipal Alicia de Legendre en Villa Riva, luego la refirieron al Hospital San Vicente de Paúl, en San Francisco de Macorís y finalmente fue trasladada al Hospital Traumatológico y Quirúrgico Prof. Juan Bosch de La Vega, donde falleció la noche del jueves al recibir atenciones médicas. Si el accidente fue al mediodía y la niña siguió luchando hora tras hora, mientras la transportaban de provincia en provincia, hasta el anochecer, quiere decir que Elianny fue una verdadera guerrera, que batalló hasta el final con una tenacidad que parecería preternatural.
Siempre me molesta y me duele mucho cuando las niñas y los niños sufren por cosas que ni siquiera tienen la capacidad cognitiva para comprender. Una niña de siete años no sabe qué es la ADP ni por qué el director de su escuela decide despacharla. Probablemente tampoco sabía nada sobre las políticas del Ministerio de Educación que tanto parecen enfurecer al sector docente.
Técnicamente, a Elianny la mató una ambulancia. Pero si el Centro Educativo no hubiese despachado a destiempo y hubiesen llamado a su familia, ella no habría cruzado la calle sin un adulto. El Centro no hubiese tomado esa acción, si la ADP no hubiese ordenado al personal docente que vaya a cobrar (al mediodía) y la ADP no hubiese actuado de esa manera si el MINERD no estuviese, supuestamente, violentándole sus derechos como docentes constantemente. ¿Por dónde se agarra un lío así?
“Cuando fui a llevarla no me dijeron que la clase era hasta las 12:00. El director le dijo a todos los niños que se tomen sus jugos para que se vayan a las 12:00 y no me llamaron”, lamentó el papá de Elianny. “Me la chocó una ambulancia porque me la despacharon de la escuela y los mandaron solos. ¡Por esa curva tan peligrosa! Y nadie vino para decir que los iban a despachar. (Su papá) siempre va y los lleva a su hora y va 15 minutos antes a buscarlos. Pero no llamaron y la ambulancia me arrebató la niña mía más grande”, expresa la mamá entre sollozos. “Me mataron mi muchachita”, dice la abuela desconsolada. Yo no me imagino el indescriptible dolor de esa familia. Especialmente del papá de Elianny, sabiendo que, si tan solo lo hubiesen llamado, todavía tendría a su niña con él.
Mientras el MINERD dice estar realizando una investigación (todavía en el proceso de levantamiento de pruebas), la ADP parece más preocupada en “defender” al director del Centro (suspendido temporalmente por el MINERD, con disfrute de sueldo), pero nadie analiza ni asume su nivel de responsabilidad en el asunto.
Entre los dimes y diretes, se ha perdido la pieza más importante de este rompecabezas: Elianny. Su familia pierde un tesoro invaluable, de manera deshumanizante, por causa de una confusión administrativa que pudo prevenirse fácilmente. La República Dominicana también pierde. Ahora nunca conoceremos quién fue esta tremenda muchachita que aguantó tanto tiempo. Ya no tenemos la oportunidad de preguntarle a ella las inquietudes más importantes para una niña de su edad: ¿Qué te gusta jugar? ¿Cuál es tu materia favorita? ¿Qué tú quieres ser cuando seas grande?
Elianny ya no está aquí para responderlas. Lo mínimo que puede hacer toda la gente grande que queda viva, es sentarse en una mesa como personas adultas, poniendo de lado todas sus diferencias y crear un plan de contingencia para evitar que una situación similar vuelva a ocurrir, no sólo en la comunidad de Villa Riva, sino en ninguna comunidad del país. Y en esa reunión, lo único que debe imperar es lo que debe ser sacrosanto: la integridad y la seguridad de las niñas y de los niños.
La ADP tiene derecho al paro y la niñez tiene derecho a la educación: en una disyuntiva, ¿cuál derecho prevalece? Además, ¿cómo es posible que en un país donde es común que se despachen niños y niñas a destiempo (lo que implica exponerles al peligro), el MINERD no tenga una política interna establecida? Simple y llanamente trágica, esta situación también representa una posibilidad de definir un protocolo claro y concertado entre todas las partes, en beneficio de las niñas y los niños.
Como el hecho es reciente, todavía hay tiempo de que los actores del sistema reflexionen. No sólo para honrar la memoria de Elianny, una niña que en el momento más difícil de su corta vida demostró ser fuerte, valiente y resiliente, sino también para darle la seguridad a todas las familias, en cada hogar de este país, de que cuando envíen a sus niñas y niños a la escuela, no tengan que preocuparse de que nunca regresen.