Desde hace años venimos advirtiendo sobre el pobre desempeño de la Dirección de Migración como brazo del Ministerio de Interior y Policía para controlar la entrada y salida de las personas.
Sin embargo, es muy poco el empeño de los incumbentes que se han sucedido, porque es un gran negocio para políticos, comerciantes inescrupulosos y uniformados que se han hecho ricos con la trata y, sobre todo, con el tráfico de haitianos. Si no estamos invadidos falta poco y de nada han servido la inversión en controles migratorios y el ingente sacrificio del presidente Luis Abinader, defendiendo como golondrina en tempestad, la soberanía nacional.
No hay un callejón del país que no esté lleno de haitianos que viven en condiciones paupérrimas, hacen maldad a los dominicanos, a diestra y siniestra, sobre todo, cuando hay una queja con pocos pesos lo resuelven ante agentes corruptos y organismos de sinvergüenzas que solo publican y magnifican cualquier detalle cuando es para afectar a los dominicanos.
Antes era una especie de castigo mandar un soldado a la frontera, pero ahora solo piden seis meses o un año, para que su vida cambie. Se van sin nada y vienen con todo, debido al gran negocio muy descuidado que se registra en la frontera, igual que los cónsules vende visas.
El servicio informativo denominado 31-1, no sirve para nada y cada vez que un ciudadano dominicano llama y pide auxilio, lo delatan y le hacen la vida imposible, porque contra los haitianos aquí nadie puede hacer nada.
Ya no podemos vivir tranquilos en nuestro territorio, los hospitales, los cuarteles, ahora las escuelas y las guarderías son para ellos que no pagan impuestos, les importa muy poco nuestro destino, debido a que provienen de un desierto donde depredaron todo.
Los haitianos se han adueñado de las calles, los peatonales y todo servicio por el que pagamos los dominicanos, tienen más atención de guardias y policías que nosotros. Este es un grito de impotencia, ya estamos hartos de la falta de atención. Presidente ponga a alguien de coraje en Migración, para ver si baja el relajo un poco. ¡Basta ya!