Santos Aquino Rubio, presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (ASODOPREP) y miembro del Consejo de Direción de la Confiarp.
Santos Aquino Rubio, presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (ASODOPREP) y miembro del Consejo de Direción de la Confiarp.

La decisión del Gobierno de disponer la repatriación de miles de haitianos a su país cada semana parece que está funcionando muy bien, porque ya se siente la tranquilidad en los barrios del Gran Santo Domingo, donde era casi imposible dormir por el escándalo de los vecinos que se esconden en el día y hacen de las suyas por las noches.

Ya se dio el paso que hace tiemplo se pedía y casi se imploraba y, ahora solo falta que la voluntad oficial sea firme ante los llamados organismos internacionales, cuyo único interés es detener el avance de los dominicanos con una carga que ellos debieron asumir a tiempo.

Comenzando por quien suscribe, la mayoría de los dominicanos estarán agradecidos por la valiente decisión de las autoridades, sobre todo, porque no solo se trataba de una invasión planeada, sino de la destrucción de los niveles de paz alcanzados y la convivencia pacífica.

El presidente Luis Abinader, como cabeza del Gobierno, ni poder del Estado alguno, debe dar cabida al chantaje de las llamadas Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), ni de potencia alguna para que el país de marcha atrás a la decisión tomada.

La designación del comandante Lee Ballester en la Dirección General de Migración (DGM) ha sido una decisión certera, porque se trata de un militar honrado, académico, muy dominicano y patriota, quien hará cumplir la Ley y las disposiciones del Ejecutivo, sin prestarle oído a nadie.

El país está casi tomado por los cuatro puntos cardinales y eso poco le importa a impresarios, políticos y militares lujuriosos que solo piensan en su beneficio particular y jamás en los intereses nacionales ni en la soberanía legada por Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.

Las voces volaron alto en todos los escenarios pidiendo la oportuna intervención de la comunidad internacional y nadie hizo caso al clamor dominicano ante la imposibilidad de soportar tan pesada carga. Ahora oídos sordos con ellos. ¡Ni un paso atrás!

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