El presidente Luis Abinader ha mostrado que escucha el clamor la expresión de pueblo de la nación que gobierna y pone por encima de todo los intereses nacionales y la soberanía del país, puesta seriamente en peligro por la incontrolable inmigración haitiana y la poderosa mafia civil y militar que ha hecho fortunas con la trata.

Las 15 medidas contenidas en su mensaje de 15 minutos a la nación el pasado domingo, despeja dudas sobre el compromiso del Gobierno con la independencia del país y la preservación de los valores sembrados por los padres de la patria con arrojo, entrega y grandes sacrificios.

Agotadas las gestiones y los llamados sin éxito a la comunidad internacional, ha obligado al preocupado gobernante a reaccionar con decisión y anunciar las medidas pertinentes y que estaban en el clamor de la población, dando muestras de que realmente ha puesto interés en la tragedia que afrontan los dominicanos.

La historia está ahí y la hemos puesto muchas veces en evidencia: El caso de Friusa, considerado un bastión haitiano en la punta de la isla, al igual que el Pequeño Haití, en Higüey: La Hoz, en Polo; Pedernales desde la frontera con Ansapito hasta La Altagracia; Dajabón, Elías Piña, Jimaní y la propia Capital, constituyen una verdadera encrucijada para el gobierno actual y para los ciudadanos que impotentes piden la acción real de las autoridades competentes.

La ocupación silenciosa viene de lejos, sobre todo de 1996, cuando se permitió, en nombre del desarrollo turístico la obra de mano haitiana, sin anticipar el peligro de que los haitianos nos tengan rodeados por todas partes. Ahí arranca Friusa.

Con el terremoto de enero de 2010, por supuesto humanismo, el gobierno de turno sacrificó el país para poner al servicio de los haitianos hospitales, escuelas, facilidades alimenticias y otras acciones que la ONU ni la OEA asumieron. Esto cobró fuerza cuando se rompió relaciones diplomáticas con Taiwán, para pactar con China Continental, dando paso a miles de asiáticos por Haití y con ellos a los haitianos.

Estas medidas que endurecen los controles migratorios, nueva legislación para castigar a los tratantes y negociantes, fortalecimiento de la frontera y deportación masiva de los vecinos, traen un poco de respiro al país. ¡Ni un paso atrás presidente, la patria primero!

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