Los torrenciales aguaceros en el Gran Santo Domingo en los últimos tres años han puesto al desnudo las grandes carencias en el sistema de drenaje pluvial, en las grandes construcciones que no toman medidas para las correctas conexiones, la falta de imbornales y, sobre todo, la inconciencia de la gente que lanza desperdicios a las calles sin medir las consecuencias.
Grandes cañadas como Guajimía, el kilómetro 13, Arroyo Bonito, Arroyo Hondo, Santo Domingo Norte y Santo Domingo Este, así como en Los Alcarrizos, se convierten en verdaderos dolores de cabeza para los residentes, para los aseguradores y reaseguradores y de igual forma, para las autoridades locales y el Gobierno.
La gente no entiende que tirar basura en las calles, sacarla de su casa cuando llueve para que el agua la desplace y hacer mezcla en las vías para trabajos de reparación y construcción de viviendas, constituye un verdadero detonante cuando se registran aguaceros constantes y de larga duración en el Gran Santo Domingo.
Es preciso iniciar campañas de concienciación y aplicar las sanciones establecidas en las leyes vigentes, para que el ciudadano comprenda que no solo al protestar cuando hay un daño se mejora un país, sino con la colaboración de todos al preservar la higiene, con el respeto a los espacios públicos, las calles de nuestros sectores y la salud de los vecinos.
Aunque al parecer los preceptos hostosianos ya son cosa del pasado y que los antivalores que han venido con la moral involutiva y la cultura del “Ke lo Ke”, no se debe perder de vista que los efectos del cambio climático son catastróficos en todo el mundo, y que nuestro nivel de irrespeto e inconciencia ante la naturaleza es el mayor responsable.
Estamos en tiempos de un Poder Municipal activo, funcional y defensor de los intereses de los territorios que ocupan con el férreo compromiso, no solo de cobrar arbitrios, sino de propiciar mejor calidad de vida y ambientes más seguros para el ciudadano.
Las grandes pérdidas registradas por los aguaceros pudieran ser menores en el porvenir, si comenzamos ahora a tomar las medidas preventivas, con régimen de consecuencias para quien ponga en peligro la seguridad y la sobrevivencia de los residentes en estas zonas vulnerables. ¡La Ley es la Ley!