Tres temas, además de las reformas propuestas por el Gobierno, siguen marcando la preocupación de los dominicanos y es preciso que avancen las acciones para corregirlos y devolver la tranquilidad a la población.
El primer tema lo constituye la incidencia de las acciones delictivas en diversos sectores del Gran Santo Domingo, Santiago y otras ciudades importantes del país, donde parece que aún falta la mano recia de la autoridad.
El Ministerio de Interior y Policía, al que competen dos de los problemas, necesita dedicar tiempo y espacio hacer estudios conscientes de los puntos débiles para reforzarlos, porque con simples operativos no es suficiente, si no se atacan las causas reales de esos focos delincuenciales, eso se puede lograr.
El segundo tema es el Transporte, que se asocia irremediablemente al primero y en el cual la falta de vocación ha sido un caldo de cultivo para que motoristas, patanistas, transportistas irrespeten las regulaciones establecidas en Ley de Tránsito, los semáforos, las rutas establecidas y las vías trazadas por la autoridad competente del Estado.
El desorden en el transporte constituye uno de los principales problemas que afrontan las grandes urbes, que debe resolverse cuanto antes y solo se requiere para ello aplicar la Ley. Hay que ponerle el frente con decisión a este problema.
El tercero, tan grave como los anteriores, es la inmigración descontrolada y el poco interés que ser percibe en las autoridades, la buena voluntad de los dominicanos ni su humanismo tendrían sentido, sin que esa migración tenga algún nivel de cuidado y vigilancia para evitar el desorden e incremento de la delincuencia.
Este problema que compete directamente a Interior y Policía, debe estar en ruta crítica en las prioridades del ministerio, de la Dirección de Migración y de todo el gobierno. Los dominicanos merecemos mejorar nuestro destino y legar un país más seguro y digno a las generaciones del porvenir. Empecemos ahora o luego será tarde.
