Punta Cana. Las repetidas experiencias negativas por las promesas incumplidas y los proyectos estatales fallidos, porque se distorsionan, se dilapidan los recursos o se entregan a funcionarios ineptos, alimentan la incredulidad y hacen perder la confianza en que los dominicanos sí podemos avanzar y resolver carencias y problemas.
El escepticismo abunda. Es como la yerba mala que daña los cultivos y ahoga las flores del jardín y su peor efecto liquidar la fe en el futuro, en que si podemos avanzar y mejorar el país. Son negativas que crean espacios para las críticas de los necios desenfocados que por falta de visión se dedican a cuestionar esfuerzos positivos que hacen avanzar el país.
El presidente Luis Abinader se ha esforzado en llevar adelante la colaboración del Estado y la iniciativa privada, para impulsar proyectos de desarrollo, y posibilita el proyecto para la región Enriquillo, con el desarrollo turístico de Pedernales como eje principal. El Estado aporta la infraestructura, y los empresarios los hoteles, otras infraestructuras turísticas y las conexiones para atraer los flujos turísticos internacionales.
Ahora se inició el puerto de cruceros de Samaná. El Estado aporta la concesión para hacer posible un desarrollo que puede cambiar las perspectivas económicas y sociales de esa provincia. La bahía y los recursos naturales de la región están allí desde siempre, pero faltaba fe en el futuro e inversiones para convertirlos en riqueza.
Nuestro país está cargando pesado con el impacto mundial y local de la pandemia, y con los negativos efectos en la economía mundial de la invasión rusa a Ucrania; pero los organismos internacionales (BID, FMI, BM, OMT, OMS y otros) y nuestro Banco Central, los mismos actores presentes en los pasados 16 años de gobierno, elogian los logros dominicanos en medio de la crisis, pero los políticos dicen que no avanzamos y vamos marcha atrás.
Pensaba en estos en la mañana de este jueves cuando veía, que a pesar de la abundancia del sargazo en el Caribe, las principales playas del complejo turístico del Grupo Puntacana, no estaban podridas del alga. Observaba la red instalada en el mar para detener la dañina invasión que puede alejar los turistas, y los tractores con equipos especiales que limpiaban las playas sin robarle la arena.
Comprobaba que funciona el proyecto que entrena pescadores artesanales para usar sus yolas como embarcaciones para recoger sargazo, y valoraba los experimentos que hace este grupo para encontrar opciones para convertir el alga en un material productivo.
En esa reflexiones vino a mi memoria mi época de quinceañero, más de cinco décadas atrás, trabajando en estas playas, donde todo era monte, piedra, yerba mala y culebras, hasta que un soñador llamado Frank llegó e hizo espacio para una idea de desarrollo turístico y lo que era monte para quemar carbón, produce cerca del 20% del producto interno bruto. Punta Cana, Samaná, Miches, Pedernales…el renacer de la economía y del turismo… hechos que dicen: ¡Sí se puede, sí podemos!