El calendario electoral latinoamericano comienza el próximo domingo 9 de febrero, con la celebración de las elecciones presidenciales de Ecuador a las que están convocados más de 13.7 millones de votantes, en un escenario polarizado por las opciones presentadas por el centrismo y la izquierda.

Este panorama tiene como telón de fondo la violencia electoral que ha traído a la memoria colectiva eventos lamentables del pasado reciente que marcaron la política, el destino y la historia de un país que en los últimos cuatro años ha vivido tres procesos comiciales; la alternancia política por la salida a destiempo de la presidencia de la República de Guillermo Lasso, en un proceso que se denomina “muerte cruzada”, en alusión a la destitución del mandatario y la disolución de la Asamblea Nacional (Poder Legislativo); seguido de un escenario económico, social y de seguridad bastante complejo.

Nuevamente, el actual presidente y candidato a la reelección por la conservadora y centrista plataforma Acción Democrática Nacional, Daniel Noboa, y la correísta del partido Revolución Ciudadana, Luisa González, se perfilan como los candidatos que tienen mejores proyecciones, dentro de un universo electoral en el que compiten con otros 14 aspirantes de diferentes partidos y corrientes ideológicas.

Las encuestas sugieren que Daniel Noboa cuenta con una intención de voto a nivel nacional que ronda entre el 37 % y el 45 %, seguido de Luisa González, con entre 29 % y 31 %, lo que abre la posibilidad de que se produzca un balotaje el domingo 13 de abril de este año.

Algunas encuestadoras establecen que los indecisos sobrepasan el 30 %, aunque esto no necesariamente se traduzca en abstención, porque el voto es obligatorio por mandato constitucional. Los que no sufragan reciben una sanción económica y carecen del certificado de votación, el cual es requerido para realizar diversos trámites.

En relación con los perfiles de los candidatos, se destaca que Luisa González es abogada, con una carrera política dilatada, pues fue congresista por la provincia Manabí y ocupó varios cargos en los gobiernos de la izquierda progresista liderada por Rafael Correa.

En cuanto a Daniel Noboa, es un administrador, empresario del sector bananero y excongresista que desde joven está inmerso en las lides de la política. Tiene un perfil de político conservador, que le ha permitido aglutinar el voto anticorreísta.

Noboa, nacido en Estados Unidos y con evidente inclinación hacia la derecha política, anunció la imposición de un 27 % de arancel a los productos mexicanos y el cierre temporal de las fronteras con ese país, con el que ha tenido problemas diplomáticos desde que decidió la incursión en su embajada en Quito para apresar al exvicepresidente correísta, Jorge Glas, en un evidente afán por enviarles el mensaje a las nuevas autoridades estadounidenses de que es un aliado y que conviene su permanencia en el poder, porque de lo contrario sería darle paso a una dirigente de izquierda cuando la llamada “marea rosa” empieza a mostrar un declive en la región.

La Administración de Noboa ha tenido problemas de cohesión por su férreo enfrentamiento con la vicepresidenta, Verónica Abad, a quien ha intentado anquilosar quitándole responsabilidades, un caso sui generis que llegó a la Corte Constitucional de Ecuador, la cual le restableció sus deberes, entre ellos, la presidencia interina mientras el dignatario está en labores proselitistas, pese a que este había evitado darle ese poder designando por decreto a Cynthia Gellibert. Aunque se ha filtrado que este conflicto es por asuntos ideológicos, hay quienes señalan que el origen es otro y que trasciende a lo personal.

El breve mandato de Noboa, producto de las elecciones anticipadas del 2023, se ha caracterizado por sus frías relaciones con otros presidentes de la región; una crisis eléctrica derivada de una prolongada sequía que ha limitado el funcionamiento de las hidroeléctricas, su principal matriz de generación; y una recesión económica admitida por el Banco Central hace algunos meses.

Asimismo, la inseguridad, relacionada con el accionar del crimen organizado que actúa dentro y fuera de las cárceles, hasta influir en la violencia política que atemoriza a la población y a la propia dirigencia política, porque recientemente fue ultimado el alcalde de Arenillas, Eber Ponce, un evento que tristemente hizo recordar el magnicidio del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio, antes de las elecciones presidenciales de 2023, en las que era el favorito en las encuestas. Los temas ya citados centran el discurso político y su solución parte de las propuestas de campaña.

En ese orden, según el portal de estadística en línea “Statista”, a noviembre de 2024, los principales problemas de Ecuador según su población, son los siguientes: desempleo 67 %; inseguridad, crimen y violencia 60 %; corrupción financiera y política 40 %; crisis energética 33 %; así como pobreza y desigualdad social 26 %.

Al contrastar un trabajo similar realizado por la misma firma durante la coyuntura electoral de 2023, verificamos que los problemas que más inquietaban a los ecuatorianos eran: la delincuencia, la corrupción y el desempleo, evidenciando que dichos temas se mantienen como los principales retos y desafíos a enfrentar para retornar esa nación a la ruta del desarrollo y la estabilidad.

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