Aunque parezca jactancioso, si el PRM, el PRSC y la LFP –Leonel-Abinader-Quique- pactan, como han anunciado y fraguan, un bloque político-electoral para lo que fuera –Congresual o Presidencial- de cara a los procesos electorales de 2020, será más fácil, para el PLD y sus aliados, derrotarlos en primera vuelta, pues, temprano, polarizarán las venideras elecciones en dos bloques contrapuestos políticos e ideológicos.
En consecuencia, por un lado, habrá un bloque neotrujillista-balaguerista, o para más señas, los herederos de Trujillo y Balaguer: Los Vinchos, Leonel Fernández, Quique Antún; y del otro lado, un bloque de los herederos de Juan Bosch y Peña-Gómez: Danilo Medina, Gonzalo Castillo, Miguel Vargas y todo el espectro progresista y de centroderecha nacional. Ello así, porque el PRM dejará claro que no tiene nada de moderno y que adjura de la tradición anti-reeleccionista del líder, José Francisco Peña Gómez, que se dice heredero; aunque no lo sea, al acoger en su seno -y postular- a figuras variopintas del trujillismo y balaguerismo, y a un líder que, en su afán de ser candidato y volver al poder, derrotado, abandonó su partido y pretende, ahora, torcer lo que, hasta hace poco –vía marchas, correrías y oposición de barricada-, enarboló: las leyes y la Constitución. Esta última alianza, sería, como el Presidente Danilo Medina la definió: “…de macos y cacatas”.
Pero no solo eso, el país se vería compelido a escoger, en primera vuelta, entre lo viejo y lo nuevo, o mejor dicho, entre el mesianismo, la caverna del trujillismo, la negación del pensamiento político peñagomista y mercaderes balagueristas, o la continuidad del desarrollo nacional integral, el relevo del liderazgo tradicional, en Gonzalo Castillo, y la gerencia efectiva para encarar la agenda social, las desigualdades y seguir sacando más pobre de la pobreza. Además, sería escoger entre dos estilo de gobernar: el de discursos, contractos leoninos –como aquel del 3% para el país y 97% para el capital foráneo (¡que el Presidente Danilo Medina revirtió, en su primer gobierno –junto al 4% para educación-, a favor del país!)- y Megas proyectos faraónicos y no prioritarios, o, en cambio, el de realizaciones palpables y como centro, de la gestión pública, el ciudadano de a pie -de barrios, campos y ciudades- que encarna el Bloque Progresista (PLD y aliados).
Y desde otro ángulo -histórico-social-, sería un cierre político-generacional de película, pues acabaríamos con el mesianismo, el motoconchismo político y aquellos actores políticos –reliquias- que ya no tendrán más cabida en la sociedad dominicana y les diremos, ¡por fin!, adiós…
Vamos, júntense, mientras más temprano mejor…!