El presidente de la República, Luis Abinader, en el discurso de evaluación de su primer año de gobierno resaltó el plan de vacunación como uno de los elementos principales del éxito que ha logrado su gestión. Y eso es cierto. No podemos dejar de ser objetivos en ese aspecto. Hay que reconocer que la República Dominicana es uno de los países de América Latina que ha logrado vacunar una mayor cantidad de su población con rapidez y eficacia.
Al referirse a este aspecto, las palabras del presidente Abinader fueron las siguientes: “Hoy, nuestro país es uno de los de menor letalidad por Covid-19 y tiene el privilegio de contarse entre los diez con mayor proporción de su población adulta vacunada en todo el mundo. Hoy somos un referente a nivel mundial, y esto no se debe a la suerte o al azar, sino al trabajo planificado, los recursos dispuestos y a la ejecución de un plan bien diseñado”. Al decir eso, el presidente rindió homenaje a los profesionales del sistema de salud que estaban presentes y pidió un aplauso para ellos.
Eso estuvo muy bien, pero al presidente le faltó un agradecimiento muy importante, para alguien que fue un soporte fundamental en el proceso de colocar a nuestra nación entre “las 10 del mundo con mayor proporción de vacunados”. Se trata de la República Popular de China. Sin el respaldo de China en cuanto a vacunas y apoyo especial en la pandemia, nuestro país estuviera en los últimos lugares de vacunados en el planeta. Y la realidad de lo que pasó con las vacunas en los momentos cruciales de la crisis del covid no nos dejan mentir.
El gobierno de Luis Abinader pagó por adelantado más de 10 millones de dólares por las vacunas de Pfizer y Astrazeneca. Y esas empresas no cumplieron. Es más, todavía no han cumplido del todo. Hicieron una especie de estafa al pueblo y al gobierno dominicanos. Esas dos empresas, una estadounidense y otra inglesa, a pesar de la gran cantidad de dinero que se les pagó, no nos dieron prioridad. Sin embargo, el gobierno de China abrió su gran solidaridad para la República Dominicana. Primero nos donaron una gran cantidad de vacunas Sinovac y luego nos mantuvieron una venta permanente, hasta el punto que en nuestra nación nunca faltaron vacunas.
Ese hecho solidario de China, fue esencial para que el gobierno dominicano pudiera mostrar hoy las cifras que exhibe con orgullo. Según informó el Plan Nacional de Vacunación, al 24 de agosto pasado, más de 4.5 millones de dominicanos tenían las dos vacunas, mientras que 604,941 se habían puesto la tercera dosis de refuerzo. Más del 90% de esas vacunas son Sinovac, vendidas o donadas por China.
Pero más aún: El propio asesor del Ministerio de Salud Pública en Asuntos de Covid-19, señor Eddy Pérez Then, afirmó esta semana que los resultados preliminares del estudio de efectividad que se lleva a cabo sobre la vacuna Sinovac, muestran una reducción de hospitalizaciones y muertes entre los que tienen las dos dosis aplicadas. Y que las atenciones en cuidados intensivos en el país se están dando en aquellas personas no vacunadas.
Lo cierto es que hemos logrado tener una mayor efectividad en el enfrentamiento del Covid y poder abrir la economía, porque pudimos vacunar con las dos dosis de Sinovac a más de la mitad de la población. Y todo eso porque encontramos un país solidario llamado China, que nunca dejó de suplirnos la vacuna. Ante ese hecho, el presidente debió mostrar su agradecimiento a China y, por lo menos, hacer una breve mención en su discurso de rendición de cuentas.
Tenemos que aprender a ser agradecidos. La Biblia nos llama a siempre cultivar el agradecimiento. En 2da de Samuel 2:6 encontramos este lindo versículo: “Jehová haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho”. Ser agradecidos es saber valorar a los demás y mostrarle nuestros corazones a Dios. Presidente Abinader, todavía está a tiempo, en este primer año de gobierno, de agradecer públicamente a China su gran ayuda. Saber ser agradecido lo engrandecerá, señor Presidente.