Juanita, con apenas seis años, atendida por su abuela, de 58 años, quien trabaja en la limpieza de un centro médico, de 8:00 am a 5:00 pm, tuvo que aprender a “cuidarse” sola, ya que dicha tutora la dejaba durmiendo con la puerta sin seguro, para que al despertar desayunase y fuera luego de cerrar donde la vecina de al lado a quien se la dejaba para el cuido hasta su regreso. Como vemos, la misma quedaba expuesta a todo tipo de peligro. Como ésta, existen millares de familias de escasos recursos, especialmente de madres solteras o abandonadas por sus maridos, las cuales se ven obligadas para subsistir a dejar sus niños al cuidado de familiares y, como el ejemplo, vecinos. Una amiga, que dirige un programa de niños en su iglesia, me explicaba que, desde los 8 años, una miembro de la congregación, tenía la responsabilidad de sus tres hermanos menores, motivo por el cual, hasta sus 16 años le fue imposible asistir a la escuela, cuando se inició en un programa de alfabetización. Ambos escenarios reflejan la necesidad emergente de programas y políticas sociales dirigidos a las zonas de mayor depresión económica dentro de la parte urbana, así como también a los lugares remotos de nuestro país, con la finalidad de educarles y hacerles conciencia del compromiso que conlleva el cuidado y crianza de los niños. En este momento, que nuestro Ministerio de Educación está tomando las medidas y políticas para apertura del año escolar en medio de la problemática sanitaria que está viviendo la nación y el mundo, vemos oportuno tomar en cuenta estas reflexiones. Hemos tenido que ver, a través de los medios, el atroz asesinato de una niña de nueve años, quien además fue tirada al Mar Caribe, según declaraciones del propio individuo que supuestamente cometió el hecho. Este resulta ser conocido de los padres, familiares y vecinos, lo que nos muestra la urgencia de trabajar con las comunidades de menor nivel socioeconómico y de educación, entiendo desde Estado, iglesias, asociaciones comunitarias, por qué no, líderes barriales que les preocupa el acontecer de su entorno. A veces, familias respetadas por todos se podrían utilizar y entrenar por psicólogos, educadores y especialmente trabajadores sociales. De las grandes crisis han surgido y surgen grandes transformaciones que marcan un antes y un después en una familia o en una sociedad. Tú, ¿qué puedes aportar? Únete.